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Metaversos de realidad

La historia nos demuestra «Hasta el infinito, y más allá» fue el lema de Buzz Lightyear, el compañero de Woody en la saga Toy Story. En mi generación, descreída desde la infancia de las películas clásicas de Disney y de los tópicos del western y de la exploración espacial, crecimos ensimismados ante un mundo de fantasía donde los muñecos, nuestros juguetes, cobraban vida sin que los viéramos. Todo era posible a nuestro alrededor.

Resulta curioso que mientras los teóricos del multiverso van cosechando un creciente goteo de afines entre sus compañeros científicos, desde ciertas esferas del sector tecnológico se apueste por el metaverso, un mundo que, tal cual lo presentan con sus grandes dosis de brilli-brilli comercial, se antoja demasiado imperfecto. Como réplica de nuestra actual noción de la realidad, los distintos mundos ficticios donde hacer algo parecido a la vida real sugieren más un pálido intento de hacer negocios creando recursos ficticios sobre los que poder operar económicamente que en aportar nuevas experiencias al ser humano. Para entendernos, se trata del mito platónico de la caverna, solo que para el filósofo ateniense la realidad que podemos percibir es fruto del reflejo, por así decirlo, de las Ideas, supremas y perfectas. El metaverso propone, en cambio, el reflejo del reflejo del reflejo: un entorno donde vivir como si fuera la realidad, mientras la naturaleza y las relaciones personales directas languidecen a nuestro alrededor. Mientras tanto, quienes nos dedicamos al pensamiento estamos más preocupados por lo tangible. ¿Qué clase de sociedad estamos construyendo? ¿Qué cambio de roles en el poder se producirán? ¿Hay múltiples universos, copia sintética del nuestro, o una miríada de ellos, pero cada uno diferente en número dimensiones y en organización de la materia? ¿O nada de esto? Hay quienes sostienen que incluso podemos encontrarnos en una simulación inventada por una civilización inimaginablemente avanzada. Sea como fuere, el estudio del cosmos se revela de todo menos aburrido. Proyectos de colonización de la Luna y de Marte, la imparable cascada de exoplanetas y planetas que pueden albergar vida y que el nuevo telescopio James Webb promete seguir descubriendo con precisión, y una ciencia en todas sus ramas que se presiente muy cerca de sufrir una revolución teórica, de las que se producen al margen de las cotizaciones en bolsa y que cambian para siempre a una civilización.

No necesitamos mirarnos más el ombligo, sino observar las estrellas. Ante nosotros se presenta un reto antediluviano, un objetivo que lleva imaginándose desde que el ser humano tuvo conciencia de sí mismo: navegar los cielos, explorar las estrellas, soñar la vida.

20 mar 2022 / 01:00
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