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Miedo

    AUNQUE está muy lejos, estos días me asaltan las charlas con mi abuelo sentado a la sombra de una morera. Habrían pasado casi dos décadas del final de su guerra incivil. Aunque él había conocido los ecos de otras, en Cuba, en África... donde el país se había desangrado, la del 36 –y luego el aleteo de la División Azul–, era recurrente en sus evocaciones. Cuando quiso aleccionarme de los estragos del miedo, y del uso que los poderes hacen de él para mantener sujetos los impulsos de la sociedad, en las guerras y las luchas cainitas encontró elementos de comparación elocuentes.

    Me habló del temor a las bombas esparcidas aquí o allá, a veces más para intimidar que destruir, del odio generado por la propaganda, de la indefensión frente a los delatores, de los oscuros designios de los vencedores, de los destructores de la fe en la felicidad... A su generación la guerra le había dejado el miedo cosido al estómago y nos lo pasaron como antídoto preventivo a quienes nacimos después.

    Por fortuna nosotros no hemos tenido la guerra armada que le venía tocando a toda generación humana desde Caín y Abel. La de Irak fue un despropósito de Aznar y otros tres locos. De ella nada contaremos a nuestros nietos. Nuestra guerra con sus miedos la estamos viviendo este año contra el ataque destructivo del coronavirus. Es una guerra nueva con efectos viejos. En la memoria de mi abuelo anidaba el miedo al hambre. En la limpiadora por horas, en el repartidor de pisas, en la empleada en precario... ese mismo miedo despierta cada mañana en sus cabezas. El miedo a la muerte por una bomba o una bala perdida está vivo en cada sanitario cuando le llega un posible contagiado grave. El miedo a los delatores despierta en nosotros cuando sabemos de quienes inconscientemente no respetan las normas de seguridad. El miedo institucional nos saca de quicio cuando comprobamos las trifulcas entre estamentos insolidarios...

    Estamos viviendo una guerra de cuyos miedos sí deberemos hablar a nuestros nietos, por ver si las futuras generaciones aprenden el camino de la paz solidaria que nosotros no hemos aprendido.

    11 oct 2020 / 00:27
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