Miña terra galega

EN 1984, en el disco Menos mal que nos queda Portugal, los vigueses de Siniestro Total compusieron uno de sus temas de mayor éxito, Miña terra galega, todo un himno para su legión de seguidores y para gran parte de una generación. Para ser exactos, sólo compusieron la letra, de Julián Hernández, pues la música es una adaptación del Sweet Home Alabama de los estadounidenses Lynyrd Skynyrd.

En la segunda estrofa de este tema –el canto a Galicia más bello desde el Nós de Castelao, según escribiría el periodista musical ferrolano Jesús Ordovás– la letra encadena estos dos versos: “La Liga Armada Galega/ y el pazo de Meirás”. Curiosamente, aluden a dos realidades que esta semana que hoy finaliza estuvieron de actualidad por motivos muy diferentes.

Por una parte, José Luis Nieto Pereira, antiguo militante de una organización armada que reivindicaba la independencia de Galicia a principios de la década de los 80 del siglo pasado
–no exactamente la Liga Armada Galega (LAG), sino la menos conocida Loita Armada Revolucionaria (LAR), aunque ambas coexistieron en el tiempo y defendían los mismos objetivos– ganaba las primarias locales de Podemos en Madrid y se convertía en el portavoz de la formación rupturista en la capital de España. Y, por otra, tras años de intensas disputas políticas y judiciales, el pazo de Meirás, donde el caudillo Francisco Franco y su familia gozaron de sus veranos más felices mientras el pueblo sufría su dictadura, pasaba por fin a engrosar el patrimonio del Estado.

El futuro es inescrutable, pero a veces sería más fácil de prever de lo que parece. Así, los días de la fiebre antiespañola del vigués Nieto Pereira culminan en la capital del reino del que quería emanciparse y con mando en plaza. Y el pazo que debería convertirse en un símbolo de paz y ciencia (la paciencia que Franco nos destruyó en sus criminales 40 años) podría terminar en una lucha entre el Estado y la Xunta por su titularidad. Miña terra galega, donde el cielo es siempre gris.