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Minorías en EE. UU.

    ES tal el fructífero, rico y envidiable crisol de culturas que caracteriza a la población estadounidense, que resulta imposible escribir sobre unos comicios presidenciales sin reconocer la fuerza electoral de sectores tan esenciales como dispares cultural, étnica y hasta religiosamente. Afroamericanos, hispanos y asiáticos constituyen en la actualidad un electorado ambicionado por demócratas y republicanos a la par.

    Eso sí, que nadie se lleve a engaño. La variedad de orígenes y convicciones ideológicas de los provenientes de contextos orientales es casi tan dispersa y compleja como los postulados defendidos por los ciudadanos de color, o por unos votantes latinoamericanos que distinguen perfectamente entre sus asentados tiempo atrás en territorio estadounidense, y aquellos hermanos que, a día de hoy, aspiran a formar parte de la gran potencia.

    El resultado favorable a Donald Trump registrado en 2016 así lo demuestra. Y es que, tras años, o quizá décadas de pretendida integración por parte de tantas y tan variadas minorías, semeja que a cientos de miles de familias les sigue desasosegando la presión migratoria, económica y laboral generada por sus congéneres. De ahí el apoyo de tantos a los muros de Trump. Y de ahí también esas disputas y desconfianzas que atesoran, incluso entre ellos, quienes, con su esfuerzo y sudor, contribuyeron a mantener el país y a hacerlo todavía más grande.

    Lo narré meses antes de los comicios de 2016 (Nueva York ya no da más de sí, ECG 18/04/2016). Como profesor invitado y residente aquel curso académico en California y Nueva York, pude constatar durante la campaña las tensiones entre ciudadanos que en Europa consideraríamos hermanos.

    Sin embargo, viviendo los estertores de la era Obama, advertí que los mexicanos se desdoblaban laboralmente para ser los mejores y más rápidos en las cocinas; los dominicanos malvivían, aun siendo los más eficaces en el servicio doméstico; los puertorriqueños apocaban a los cubanos; los dominicanos despreciaban a los haitianos; los indios y bangladeshíes despotricaban contra sus hermanos paquistaníes; y sólo los chinos, los irlandeses y los judíos, con sus actitudes corporativistas, conseguían despuntar pese a las circunstancias.

    Hoy las cosas han mejorado para todas las minorías económica y laboralmente. Pero sus posicionamientos ideológicos no han variado. Aun así, es un error asumir que los latinos votarán en bloque, pues pensar que la mayoría mexicana apuesta por el mismo candidato que la comunidad cubana es un error que se confirmará contrastando los votos de California con los de Florida. Ni siquiera el sector moderado del colectivo afroamericano acepta los disturbios que azotan el país como respuesta a la reprobable violencia policial.

    Así pues, aguardemos unos resultados, y a un presidente que en EE. UU., como traté de evidenciar ayer y anteayer, siempre será continuista.

    02 nov 2020 / 00:00
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