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Montalbano, siempre

    POR quitarme de la realidad preñada de números, informes y ruedas de prensa previsibles, o simplemente planas, intenté escapar hacia el paraíso de La Dos. Tiene una particularidad, con respecto a otros: es gratis. Me pasé dos horas tras la cena con el comisario Montalbano. En este tiempo de series muy truculentas, armadas como puzles difíciles de comprender hasta que no han trascurrido varios capítulos, el personaje de Andrea Camilleri se mueve utilizando los resortes clásicos del mundo de los enigmas. Sigue ahí, no se ha ido nunca, a pesar de que sabemos que Camilleri logró darle un final antes de morir, hace poco más de un año. En realidad, Riccardino, la última novela de la serie montalbanesca, había sido escrita hace muchos años, revisada algunas veces. Camilleri lo programó todo con gran mimo, también con mucha ironía. Su amistad con Vázquez Montalbán, del cuyo apellido toma el personaje el suyo, le inspiró para dejar todo atado y bien atado por lo que respecta a las creaciones, que suelen volverse contra los autores y no sin razón. Afortunadamente nos queda la serie, que sigue emitiéndose sin cesar, a pesar de que Camilleri nunca creyó que Luca Zingaretti, el protagonista, se pareciera en nada a su investigador. No es el auténtico, digámoslo así, pero funciona.

    Por supuesto, Camilleri sabía muy bien de lo que hablaba. Su larga experiencia en teatro, sus trabajos para la RAI. Conocía el medio, aunque la literatura era su mayor pasión. Pero los grandes detectives o comisarios de la ficción nunca se han parecido del todo a sus versiones televisivas o cinematográficas. Por más que lo intentaran. ¿David Suchet, quizás? Camilleri no reconocía parecidos entre el actor y su personaje, ya digo, y sin embargo la serie tiene para mí ese sabor profundo del sur de Italia, ese sabor de Sicilia, que desde luego también puede encontrarse en las historias escritas por Camilleri. Italiana a más no poder, eso es todo, El comisario Montalbano combina el humor y la campechanía de unos con la seriedad y la meticulosidad de otros, responde sin duda al esquema clásico, enseña la quietud soleada de las calles mediterráneas, muestra la vida cotidiana con una naturalidad extrema y cálida. Un comisario de método, un autor de método también, por lo que respecta a estas historias criminales, como fueron todos los grandes del género. Y siempre, claro está, su influencia teatral, la importancia de sus diálogos sin artificio, y el aroma local, representado por el dialecto siciliano, que Camilleri introducía cada vez más.

    Desaparecido Camilleri, que tan bien conocía el noir español, y que tanta amistad mantuvo con autores como Montalbán, claro es, o Alicia Giménez Bartlett, podemos considerar que el autor italiano forma parte ya de los clásicos de la novela negra y el universo detectivesco. Luca Zingaretti será la imagen de Montalbano que quedará para nosotros, aunque no fuera la favorita del autor, y lo mismo que todos los investigadores locales (Poirot lo era, no dejaba de subrayar su nacionalidad) lo recordaremos por las atmósferas domésticas, por esa forma peculiar de hablar y de hacer. De momento, si prefieren están ficciones más calmadas y menos laberínticas, sigan instalados en el paraíso de La Dos. Es gratis.

    09 sep 2020 / 00:00
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