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Muñoces y Palacio

    CUENTA la leyenda que muy cerca de la plaza de la Merced, en Huelva, vivían dos familias: los Muñoz y los Palacio. Aquel había sido un otoño duro en la ciudad. La segunda oleada de la gran gripe golpeara con contundencia a toda la población después de una primera ola casi sin afectados. Faltaban médicos, la mayoría de las casas no tenía agua corriente y las familias vivían hacinadas. Así, con la ciudad patas arriba, llegó la Navidad.

    Antonio Palacio mandó una carta a sus cinco hijos. En ella les decía: Os pido que este año no vengáis a casa. Es lo mejor para todos. Si nos cuidamos los unos a los otros vendrán otras navidades. Sino, las navidades volverán, pero nosotros no estaremos para celebrarlas. Muñoz se reía de él. Lo que tiene Palacio es mucho miedo, le gustaba decir con tono sarcástico. Y es que Muñoz no estaba dispuesto a dejar de reunirse con los suyos por Navidad.

    Aquel 24 de diciembre en la casa de los Palacio sólo cenaron Antonio y su mujer. Mientras, los Muñoz reunieron a toda la familia, como era tradición. Por desgracia, la historia no acabó bien para ellos. Y mientras los Palacio volvieron a reunirse cada Nochebuena para cenar, en la casa de los Muñoz nunca más lo hicieron. La leyenda acaba contando que la mitad de la familia murió de gripe en enero de 1919. La otra mitad nunca puedo superar la pena de aquel contagio masivo en Nochebuena.

    Han pasado cien años y España de nuevo se debate entre Muñoces y Palacios. ¿De verdad no hemos aprendido nada en un siglo? Porque la primera ola no la vimos venir. La segunda, como tocó en verano, no nos la quisimos creer. ¿Y la tercera, qué? ¿La vamos a provocar a golpe de turrón y mazapán?

    No hace ni quince días que se relajaron las restricciones y los contagios ya han vuelto a subir. Pero la cosa es mucho más grave... Hay mucha gente pensando cómo meter quince dónde sólo caben diez. Hay mucha otra tramando cómo salir de copas. Y luego están los hiperinmunes. A los hiperinmunes les da igual cinco que veinticinco; pasan de hacerse pruebas a la hora de reunirse; dejan siempre la mascarilla en el coche cuando se juntan “con la familia”; no forman un grupo burbuja, más bien alternan burbujas... Y lo justifican todo con una frase: “Hay que vivir”. Por desgracia 50.000 españoles no volverán a hacerlo jamás. Y un alto porcentaje se contagiaron en el entorno familiar. Tú decides si quieres ser Muñoz o quieres ser Palacio. Aún hay tiempo de escribir esa carta. Aún hay tiempo de no poner en riesgo más vidas. Porque la vacuna está ahí. Sí. Pero hay que llegar.

    17 dic 2020 / 00:00
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