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Necesitamos cantera científica

    EN estos últimos meses que estamos viviendo oímos hablar con frecuencia a expertos científicos de diferentes ámbitos, no solo de los más relacionados directamente con el ámbito sanitario, sino también expertos en fabricación de posibles vacunas, de nuevos medicamentos, de nuevas formas de prevención de contagios, de nuevos materiales, expertos en inteligencia artificial, en economía, en comportamiento, etcétera.

    Para poder resolver
    una situación tan compleja son muchos los factores a tener en cuenta y solo con la información obtenida desde las diferentes áreas implicadas se pueden tomar las decisiones más adecuadas.

    El aspecto positivo que veo en esta difícil y dura etapa es que parece que por fin los que nos gobiernan empiezan a valorar y a tener muy en cuenta la opinión de los científicos.

    El uso del método y del pensamiento científico es imprescindible para resolver los problemas actuales y, por supuesto, los problemas del futuro, que pueden llegar a ser de tanta transcendencia o más que los actuales. La salud de la población es uno de los grandes retos de nuestra sociedad, pero tan importante como la salud es poder disponer de un medio ambiente adecuado y tener alimentos de calidad para todos, incluyendo el agua y el problema de la energía y el del transporte. En realidad, todos ellos están estrechamente relacionados entre sí.

    Es un buen momento para reconocer la importancia de la ciencia en todos los ámbitos de nuestra vida y para impulsar la creación de comités científicos multidisciplinares que puedan asesorar de forma permanente a nuestros parlamentarios, al gobierno, a los órganos judiciales y a los medios de comunicación.

    Sin embargo, es también importante recordar el problema que en la actualidad tienen algunas áreas científicas –sobre todo algunas de ciencias experimentales y tecnológicas– respecto a la disminución del número de vocaciones científicas. Esto puede ser debido a varias causas.

    En primer lugar, a una formación escasa de estas disciplinas durante los primeros años de la enseñanza y, en segundo lugar, a una mala imagen de la ciencia como profesión de futuro. La carrera científica es en la actualidad una carrera de obstáculos, demasiado larga hasta poder alcanzar un mínimo de estabilidad, y esto, como es lógico, desanima a los jóvenes a seguirla.

    Además, saben que muchos jóvenes científicos se ven en la necesidad de abandonar nuestro país
    para poder seguir trabajando en sus especialidades. No podemos permitirnos perder a nuestros jóvenes científicos, porque son nuestro futuro.

    Por ello, es imprescindible tomar medidas serias
    y de largo recorrido para reforzar la enseñanza de
    la ciencia en todos los niveles educativos (desde la educación infantil hasta la universitaria), y potenciar la formación a lo largo de toda la vida a través de
    una buena divulgación científica asequible a toda la población.

    23 jun 2020 / 00:21
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