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No entremos ya en campaña

    LAS formas son importantes. Decimos que el espíritu mora en la materia, incluidos los seres divinos que hubieron de hacerse humanos para ser creíbles; porque no hay contenido sin continente y aprendimos en las facultades de Periodismo que el medio es también el mensaje, pero lo realmente sustancial, lo que verdaderamente importa está en el fondo. Escuchando o leyendo a posteriori el discurso del candidato Rueda a la Presidencia de la Xunta en la primera sesión de investidura es fácil llegar a la conclusión de que primará la continuidad. Lo noticioso sería lo contrario, que el nuevo jefe del ejecutivo gallego planteara una enmienda a la totalidad a lo que, como responsable número dos de la Xunta, hizo o apoyó durante 13 años.

    Del candidato, por su trayectoria, sabemos que tiene rodaje y tenemos la percepción de que políticamente es previsible, además de sobrio y austero. No estamos ante un Castelar en la tribuna, pero hemos conocido a más de un pico de oro, de brillante oratoria en el hemiciclo, que en toda su vida pública no se construyó por su gestión un kilómetro de carretera, atendió a un enfermo ni se plantó un árbol. Rueda ha de adquirir carisma, para lo que tiene tiempo y medios, sabiendo además que el cargo imprime carácter. El estilo o personalidad, del que tanto se habla estos días, es importante para el cartel electoral, pero más lo es la credibilidad.

    La investidura del nuevo presidente registra, aunque más correcto es calificar que goza, de menor expectación que en cualquiera de las ocasiones anteriores. No solo de las últimas, sino de todas las celebradas en los 40 años de autonomía. En primer lugar, porque el barco no variará el rumbo y navegará durante dos años sin visos de tormentas desestabilizadoras. La situación contrasta además con la surrealista actuación del Gobierno en el caso Pegasus, tan incomprensible para las gentes del común como el acuerdo de Sánchez con Marruecos. El foco está desviado, también en Galicia, hacia otros asuntos cuando menos más llamativos, sin olvidar la guerra de Ucrania y los efectos de una pandemia que se reactiva en toda España.

    En su discurso de anteayer, Rueda no se desvió de la hoja de ruta de Feijóo en las grandes líneas de actuación, alguna de ellas trasladada al ámbito estatal como la bajada de determinados impuestos o la actuación prioritaria en sanidad, sobre todo en atención primaria. Entran dentro de lo previsible. Rueda no entró directamente en el plano ideológico, aunque dejó caer alguna perla: “Ni bloques ni bloqueo”. El doble sentido de la expresión deja entrever donde pondrá el foco en la respuesta a las críticas de la oposición, sobre todo en los cara a cara de las sesiones de control parlamentario.

    En la sesión de hoy se entrará más en política, entendiendo el término como confrontación ideológica. También sabremos si la oposición, como dejaron entrever en la primera valoración del discurso inaugural, inicia la campaña electoral de 2024. Sería precipitado. En estos dos años largos que restan van a suceder muchas cosas de por medio. Dentro de un año serán las elecciones municipales, en las que el PP tiene más que ganar que perder. Después vendrán las generales en las que Feijóo pudiera suceder a Sánchez. Si ambas premisas se cumplieran, Rueda podrá optar con muchas posibilidades a su primer mandato salido de las urnas. De lo contrario, las apuestas están hoy al 50 por ciento entre Pontón y Formoso. Pero dos años son una eternidad. Entrar en campaña sería perjudicial para los tres. Y para Galicia.

    12 may 2022 / 01:00
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