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No era el final

    CUANDO fue derribado el Muro de Berlín, allá por 1989, un politólogo se hizo famoso por lanzar al mundo la proclama de que había llegado “el fin de la historia”. El colapso definitivo del mundo comunista echaba el cierre, según él, a la causa principal sino única de la gran disputa: la guerra que, aunque fuese siendo declarada como fría, que al fin y al cabo era guerra de todas las maneras, enfrentaba principalmente a distintas y antagónicas maneras de entender el mundo.

    Francis Fukuyama, que así se llamaba aquel interprete de los tiempos que corrían, venía a decir, “por fin: hemos vencido”, porque él se colocaba del lado de los que no habían padecido el derrumbe. Sin embargo, no tenía razón.

    No, en absoluto. A la vista de cómo nos fue la herencia de aquel régimen en bancarrota, y viendo ahora a sus herederos empuñando de nuevo las armas, con un más que destacado espíritu belicista, podemos decir que la guerra, desde luego, no se acabó.

    Y al mentarla no me refiero sólo a los actos bélicos en los campos de batalla propiamente dichos, sino y principalmente a las mentalidades que alimentan sus discursos, sus justificaciones, sus disculpas, que, lo que no deja de ser chocante, aunque sea mera ocultación de las verdades, sigue señalando prácticamente a los mismos bandos que otrora se proclamaban contrapuestos.

    Aunque ahora no se diga que la guerra que se desarrolla en Ucrania lo sea entre el comunismo y el capitalismo, sí, aunque con menos claridad, lo es entre Rusia, que era la matrona de aquel rebaño, aunque ahora ya no se atreva a utilizar aquel apellido, y occidente, así, en general, que ya puede englobar todo lo que económica y políticamente no es aquello, pero que sigue sintiéndose capaz de utilizar el apellido que entonces usaba: el capitalismo.

    Sólo hay una cosa que verdaderamente marca diferencia entre los dos momentos: otrora, la disputa era entre ideologías, pensamientos, maneras de entender el mundo; ahora, lo es entre identidades, independientemente de las ideas, pues ya sólo va de la afirmación de intereses, claro está, igualmente contrapuestos.

    Por lo demás, puede que la guerra esa que señalo, no sea general, ni acabe siéndolo, si hay suerte, pero en sí misma, con todas las demás, sí que está generalizada a lo ancho y largo del mapa de la Tierra.

    Tomen ustedes cualquier página de internet, Wikipedia, por ejemplo, y podrán ver que desde aquel 1989 hasta hoy no hubo ni un solo año en que no se combatiese en algún lugar. Y los motivos son, casi siempre, simplemente identitarios.

    La guerra, pues, continúa.

    16 jun 2022 / 01:00
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