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No era tan mala

    A Isabel Ayuso no le quieren bien ni los suyos, incluso Pablo Casado, que fue quien la designó candidata a la presidencia del Gobierno madrileño, hace tiempo que marca distancias con ella. La oposición la ha llamado desde incompetente a ególatra, pasando por niñata e intolerante.

    Cuando cerró una serie de barrios madrileños la acusaron de clasista porque la mayoría de ellos eran barrios supuestamente de clase obrera –en algunos de ellos, con urbanizaciones de alto standing– y de nada sirvieron sus argumentos, con datos en la mano, de que los cerraba por ser los de mayor índice de contagios y había que evitar que sus vecinos propagaran el coronavirus.

    Antes, Isabel Ayuso ya había sido víctima de una campaña de desprestigio cuando se encerró en un apartotel de Kike Sarasola al sufrir coronavirus durante el confinamiento, y que Sarasola no le cobraba ni un duro porque Ayuso había tomado decisiones como presidenta para favorecer los negocios de su amigo. No conocía a Sarasola. Por no mencionar el machismo que empieza a ser ya habitual en la izquierda que presume de lo contrario: Ayuso era una marioneta en manos de su jefe de gabinete, Miguel Ángel Rodríguez, que le apuntaba al oído todo lo que debía hacer y decir.

    Le acusaron también de hacer demagogia con el material sanitario y acudir a Barajas para comprobar que el que había comprado la CAM era recogido por personal de la CAM. Luego hubo denuncias de empresas cuyas compras habían sido confiscadas y no pagadas por el Gobierno, lo que explicaba que Ayuso hubiera acudido personalmente al aeropuerto.

    La crujieron por bajar impuestos, una pésima decisión, y denunciaron su afán desaforado de protagonismo porque su objetivo era llegar al liderazgo del PP utilizando el Gobierno madrileño como trampolín.

    Han pasado los meses y cambian las tornas, lo reconocen incluso algunos miembros del Gobierno que, hace apenas unas semanas arremetían contra Ayuso. Desde el Ministerio de Sanidad ya explican que los confinamientos por barrios han sido un éxito, Madrid ha reducido sus contagios en un 50 por ciento en menos de dos meses.

    Por otra parte, la bajada de impuestos que iba a provocar una catástrofe económica porque era una reducción de la recaudación de graves consecuencias, resulta que ha tenido un resultado importante y positivo: la bajada ha supuesto 157 millones más de recaudación, porque al pagar menos se ha consumido más y se han afianzado puestos de trabajo y por tanto cotizaciones.

    No era tan mala la presidenta madrileña. No es una persona que provoque entusiasmo, por timidez o por inseguridad personal no tiene una personalidad arrolladora; no le acompaña la voz, que no suena muy firme, y además no cuenta con adhesiones inquebrantables en el partido coaligado, Ciudadanos. Y, ya está apuntado, tampoco en el propio, el PP. Pero ahí está, con cifras que demuestran que sabe lo que se trae entre manos.

    14 nov 2020 / 00:00
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