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por bien no venga

    LA guerra que se esta llevando a cabo en Ucrania no solo se realiza en suelo ucraniano, sino que repercute en todo el mundo y en particular en el mundo occidental. La subida del precio del gas y del petróleo, conjuntamente con la escasez de materias primas y los problemas de logística en la distribución y fabricación de determinados productos como los microchips, la estamos viendo y padeciendo todos los días con el alza de precios de casi todo. La incertidumbre sobre la economía aumenta nuestras preocupaciones y temores. No hay que olvidar que uno de sus objetivos de Putin es el debilitamiento de la Unión Europea.

    Como sucede en todas las desgracias, como también sucedió estos años de la pandemia, los males nos pueden servir como acicate y brindarnos una oportunidad para reaccionar ante la adversidad y hacernos revisar nuestras actitudes ante la vida.

    Uno de los problemas que tiene la humanidad es el cambio climático y el peligro real de desaparecer. Sin embargo, amplios sectores de la sociedad ven este peligro como algo lejano y que no es seguro que suceda. Esta actitud la reflejaba muy bien el anterior presidente de gobierno cuando irresponsablemente ponía en duda dicho cambio aludiendo lo que le había dicho un primo físico que tenía. La climatología de los últimos años esta haciendo más evidente la realidad de lo que puede venir.

    La guerra de Ucrania está llevando a los países occidentales a la utilización más racional de todos los recursos energéticos, gas, electricidad, petróleo. Queramos o no queramos, se impone una política de austeridad en la utilización de los recursos. Apagar o atenuar la iluminación de escaparates, rebajar la temperatura de la calefacción, o aumentar la del aire acondicionado son medidas que se toman debidas a la situación provocada por la guerra. Igualmente, por ello se acelera el uso de las energías eólicas, fotovoltaicas y todas las demás energías ¨limpias¨, así como el uso de transportes que usen energías nada o poco contaminantes. La utilización del carbón queda para casos excepcionales. Sin embargo, todas estas medidas parecen suficientemente sensatas para que fuesen tomadas anteriormente, enfocadas a luchar contra el cambio climático. Los recursos que nos brinda la Tierra y el ingenio, trabajo y talento de los hombres y mujeres no son para gastarlos en lo que nos apetezca. Tenemos la responsabilidad de que sean usados en beneficio de todos y de trasmitirles a las generaciones que nos sigan.

    De nuevo se puede decir que no hay mal que por bien no venga.

    05 ago 2022 / 01:30
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