Noches de Copa

SIN saberlo, aquella noche sería recordada con añoro: hacía un frío estrepitoso, pero ver cómo juega tu equipo favorito no tiene precio. Salvo la entrada. Sea como fuere, lo que alguien quiere, algo le cuesta. Nosotros estábamos dispuestos a soltar billetes.

La escuadra afrontaba un encuentro decisivo. Por ello, el míster había convocado al mejor plantel. Todo titular. Calentaban en la banda, dando fe de su espectacular habilidad física.

Nada más entrar al campo empezó el partido. No habían pasado ni cinco minutos y ya llevaban dos penaltis. El furor era máximo. Las gradas, rebosantes e iluminadas por aquellos cálidos focos, albergaban un público ensimismado. Rondaban entre las barras. Conforme transcurría el tiempo, mejor se lo pasaban.

De repente, otro vino para dentro. Rematando la jugada. Era una señora función. El portero no les veía venir. ¡Uno más, por favor! Nadie contaba los minutos, llegando la segunda parte sin previo aviso. Ahí estaban algo desgastados. Sin embargo, algunos aún seguían reteniendo el balón. Sedientos. Buscaban meter un gol.

La cosa se iba apagando. Era un juego lento donde predominaba el aguante, pero poco a poco bajaron los ritmos. A duras penas bailaban sobre la pista en un duelo prácticamente sentenciado. Ya no había comunicación.

Muchos abandonaron al team que les dio todo para irse a casa. Desertores. Otros, más comprometidos (entre ellos un servidor), permanecimos hasta que dio la hora. De hecho, nos permitieron quedarnos tras la velada, acompañando al personal de limpieza mientras adecentaban las instalaciones. Eso es ejemplo.

De allí salimos sobre las diez de la mañana. Sin saber que sería la última noche de discoteca. Esas que tanto echamos en falta, pero aún añoran más los trabajadores que (sobre)viven del ocio nocturno actualmente, obligados a cerrar sus establecimientos. Ahora está prohibido trabajar.

Actualmente son ellos quienes disputan el campeonato. Hacen malabares, llegando a fin de mes sin ingresos, pero con gastos. Todo ello en una contienda contra la clase política, que ofrece como solución ayudas tardías y peor pagadas. Destacaremos a nivel europeo futbolísticamente, pero no por estas últimas. Aun así, siempre hay alguien que la agradece, como quien celebra el tanto de su equipo cuando va perdiendo de calle, manteniendo la esperanza. No los culpo.

El Ministerio de Sanidad aprobaba once medidas para contener el avance de la pandemia del COVID el 14 de agosto (viernes): el susodicho cierre se encontraba entre ellas, aplicándose a partir de la siguiente semana. Ese lunes, el Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias emitió su actualización nº 186.

Según el documento, esta clase de locales albergaban 70 brotes (6,87 % del total) y 1.875 casos activos (cuatro por cada 100.000 habitantes) en España. Desde entonces hasta ahora, después de tres meses, más de 1,2 millones de españoles se han infectado, casi cuatro veces los casos totales que había cuando apagaron la noche.