Nodoka Okisawa: “Tempestad y calma”
Nodoka Osikawa dirige la la “RFG”, en el Auditorio de Galicia-20´00 h.-, en un programa bajo el reclamo de turbulencias que embargan el contenido de la obras, y que tomamos de G.Rossini, Felix Mendelssohn- Bartholdy y J.J.Hayn. Okisawa ganó recientemente el Concours Int de Jeunes Chefs d´Orchestre, de Besançon, y el Internacional de Tokio. Su formación había comenzado con el oboe y el chelo antes de centrarse en la dirección, en la Universidad de las Artes de Tokio. Participó en los proyectos de la Ac. de Estudiantes Karajan, y fue becaria de la Academia Karajan de Berlin. Obtuvo galardones como el “Premio Acanthus” y el “Dusekai”, de la Universidad de las Artes de Tokio. Siguió masters con Paavi Jarvi, Gennady Rozhdesvenski, Daniel Gatti y en especial en la Ac. de la Fundación Mendelssohn- Bartholdy, con Kurt Masur, en 2015. Fue asistente del “Ensemble Kanazawa” y de Kirill Petrenko, entre 2020/21, con el que mantiene una regular relación profesional. Un año antes, había recibido un segundo master en la Hochschule für Musik, de la “Berlin Hanns Eisler”, con Christian Ehwald y Hans- Dieter Baum. Dirigió formaciones como la “NHK S.O.”, la “Osaka S.O.”, la New Japan Philhamonie O.”, la “Deutsches Rundfunk O.” y la “Brandenburbischer Staatsorchester Frankfurt”. Su interés por la ópera, la llevó a dirigir títulos de repertorio mozartiano: ”Le Nozze di Figaro”, o “Don Giovanni”, para el certamen de las convocatorias de “La Folle Journé”.
Rossini en un pasaje de “La Cenerentola, ossia la bonta in trionfo”, ante el pasmo de la sufrida “Angelina”, que nos cogerá recién sentados o la disputa en sexteto “Questo è un nodo avviluppato”, un puro enredo en su entramado onomatopéyico para dejarnos traspuestos. Breve detalle antes de entrar en materia. Dos de las sinfonías de F.J.Haydn pertenecientes a la estética “Sturm und Drang” (1766-74), ambas a tono con el programa de la tarde. La “Sinfonía en Sol m. Hob. I.39” (Tempestá di mare), cuya fuente nos lleva a una copia conservada en la Abadía de Göttweig, de 1770, aunque se acepte que su composición se fie a la llegada a Esterhaza, tres años antes. Un modelo para otras dos en Sol m. con cuatro trompas, una de Vanhal y otra de Mozart. Entra con un “Allegro assai” inestable a consecuencia del silencio entre varias secciones, que el autor aprovecha con reconocible habilidad. El “Andante” de menor despliegue, queda como claramente discreto, cediendo para el “minuetto” una atmósfera que enlaza con el primero, resultando el “Finale Allegro di molto”, una equilibrada contrapartida. Un Haydn que es puro nervios a flor de piel, que precisa urgentemente desembarazarse de las influencias agotadas del rococó.
La “Sinfonía Hob.I. 59, en La M.” (Fuego), cuyo nombre proviene de un manuscrito vienés tardío y de otro de la Biblioteca del Gran Duque de Mecklenburg- Schwering, también de la etapa Esterhaza, para la compañía de Wahr, para servir como entreacto de la obra “Die Feuerbrunst” (El incendio), de G. F. W. Grossman, asunto muy común entonces, aunque el destino definitivo complique la definitiva asimilación a un género concreto, fluctuando por medio el singspiel. Quizás las mejores apreciaciones, podamos tomarlas del gran especialista Robbins Landon. En cualquier caso, lo que nos afecta es una creación ajena al medio escénico o parateatral, con un Primer movimiento “Presto”, en 4/4, en un transcurso directo del piano al forte, en una intensa rítmica que parece sugerir una música precisamente destinada al medio escénico. Un segundo movimiento “Andante”, o “Piú tosto allegretto”, en La m., que se asienta con gracias a las cuerdas solas. El “minuetto” es casi una necesaria continuación de ese movimiento y el “Finale. Allegro assai”, destacan por el colorido vistoso del diálogo entre trompas y oboes.
F.Mendelssohn, con la frecuente obertura en Si m. “Las Hébridas Op. 26”, pieza nacida como fruto de la travesía por Escocia, en el estío de 1829 y que cobrará cuerpo en atriles al año siguiente. Tendría el título de “Die einsame insel”, (La isla solitaria), antes de la revisión parisina de 1832, que nos dejará el nombre con el que actualmente se la conoce. Un sobrenombre a mayores, por “La gruta del Fingal”, por esa gruta basáltica, idónea para colmar el imaginario romántico. Esencialmente, una obra descriptiva en forma de “Obertura” y para algunos analistas ingeniosos, un adelanto del impresionismo, por lo que pueda tener de gran cuadro marino. Esa posible afinidad, será una de las posibles conjeturas. El calificativo de poema sinfónico, no hará más que añadir posibles calificativos , para esta obra que tuvo su estreno el 14 de mayo de 1832, en Londres, dirigido por el propio compositor, quien reconocería el excelente trato recibido.
Mendelssohn también con “Mar en calma y próspero viaje”, obra en dos partes diferenciadas y que nos llevan a la poética de J. W. von Goethe, a quien había visitado en Weimar, en tres ocasiones, manteniendo siempre una admiración mutua. Producto de ello, es “Meeresstille und Glückliche Farht Op. 27” (Mar en calma y próspero viaje). Obra en dos partes diferenciadas sobre esos títulos, “Meersstille” (mar en calma) y “Glückliche Fahrt” (Próspero viaje), ambos publicados en 1796, en una publicación editada por Schiller, “Musenalmanach” (Almanaque de las musas). Una evocación del viaje realizado por Sicilia dos años antes. Los poemas habían sido utilizados por Beethoven para una cantata, que no figura entre lo más popular de su legado. En este caso se prescinde del texto, quedando como un poema sinfónico. El resultado tendrá estreno en el mes de septiembre de 1828, en Berlín, antes de repetirse en la Singakademie. Douglas Seaton, inmerso en la obra, la describe como una delirante obsesión de un marino, antes de su arribada a tierra firme y la muerte como desenlace final. La esperaban al autor dos viajes a Inglaterra e Italia, que cambiarían su vida.