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Non máis emigración!

Emigración, inmigración, migración, realidades siempre presentes y en ciertos momentos crueles e hirientes. Temas sensibles, calientes y ardientes, latentes, aunque no se vean sus gentes. De incendiar la llama -aunque haya agua por medio- ya se encargan unos cuantos, mientras otros -sin recursos, pero valientes- hacen lo imposible por mitigar o que arde.

Para los gallegos es algo conocido y sobradamente “padecido”, término que entrecomillo porque tiene su lado bueno, si se conoce la historia y se ve que no todo fue tan malo.

Desde tiempo casi inmemorial, del Finis Terrae partían nuestros antepasados buscando lo que de oídas -y poco más- conocían como remedio o mejora de su futuro.

Ya en los fondos musicales barrocos de ciertas catedrales hay textos en que los que aparece el personaje del “gallego”, ligado a un estereotipo que con el tiempo fue mutando. En la de Santiago M. López (Hueva, 1759-Santiago, 1822) fue más allá: musicó textos en lengua gallega en el templo antes de su posterior uso y triunfo literario.

Poco después, Murguía, Rosalía, Pondal y otros adalides del rexurdimento además de reivindicar la lengua mater, actuaron de altavoces de esa partida masiva para hacer las Américas de sus compatriotas.

Con escasas pertenencias en valijas o en baúles de madera se iban, tanto por no morir de hambre como por otros condicionantes que también habría que tener en cuenta. Portaban billete de ida y vuelta: ahorrar, retornar y llevarse a los suyos, o bien regresar a Galicia, donde ya serían conocidos como indianos.

Dejaban casa y costumbres y al cruzar el mar se encontraban con un entorno rural o urbano diferente. Iban llorando, lógicamente, pero solían adaptarse al medio, cada cual a su nivel y según sus circunstancias. Los centros gallegos y otras entidades fueron su cobijo para sus problemas y sus placeres.

Las romerías, con su gastronomía y su música, inherentes a los recuerdos de infancia, cobraban vida de nuevo en otro suelo, con una mirada construida sobre una idea lejana, aunque no olvidada. Gaiteiros de origen o traídos de la tierra madre, coros gallegos y visitas de figuras musicales de Galicia ponían el toque folklórico en ese mundo nuevo y “feliz”.

De la mano de coros y de compañías de teatro, locales o de paso por esos lares, se escenificaron piezas o estampas gallegas que alentaron la llama viva de esas romerías. En este contexto surge la primera zarzuela gallega representada en 1886 fuera de esta tierra: ¡Non máis emigración!

A Ramón Armada Teixeiro (Ortigueira, 1858-La Habana, 1920) se debe el texto. Emigrado a Buenos Aires y a Cuba, desempeñó una intensa labor en el ámbito social, docente, administrativo y literario, fundando con Lugrís Freire “A Gaita Gallega” (1885-1889), primer periódico en nuestra lengua natal. Volvió a Galicia (1899-1909) y regresó a Cuba, donde falleció y fue enterrado en uno de los muchos panteones levantados por gallegos que no tenían en mente -o no podían- regresar a su tierra.

Armada (Amador Marán o Chumín de Céltigos, como también firmaba) editó su libreto y lo puso a la venta con todo luxo y adornada d’uhna cuberta en once cores n’a que figuran, o escudo xeneral de Galicia, os d’as catro provincias gallegas, o embarcadoiro d’a Cruña, uhna aldea, a cruz de Santiago, etc. Se podía comprar en varias ciudades de Cuba y en Sta. Marta de Ortigueira.

Escenificado en el Teatro Tacón, despertó elogios de gran parte de la crítica en un primer momento. La parte musical debida a Felisindo Rego, profesor que ya había retratado costumbres asturianas en bable, el Orfeón Ecos de Galicia y un elenco de solistas encabezado por la gallega Dorinda Rodríguez, contribuyeron a darle brillo.

La historia amorosa de Xan y Marica entre las falcatruadas de Farruco, en 2 actos (en Galicia y en La Habana) no consiguió frenar la emigración, pero su intento reivindicativo quedó como tal para la historia y como testimonio de un singular género musical. Medio centenar de zarzuelas galleguistas están ya documentadas. Buena herencia compartida entre pueblos hermanados.

Amor, dolor, separación, pero también foliada y romería. Todo tiene cabida en este Apropóseto líreco-dramáteco en el que después de la tramoya, los actores culminan la función bajo esta indicación: “as figuras d’o baile cantan todos a copra que sigue e baixase o teón”

¿Qué copla?: ¡Non mais emigración!/sempre digamos;/e qu’emigrar d’a Suevia/nunca vexamos./Qué hax’achego/a terra d’o sufrido/Pobo gallego.

Ojalá cayera así el telón en pacífica concordia y armonía donde hoy sufridos pueblos, asolados y abatidos hasta la extenuación, padecen tamaña sinrazón.

14 jun 2021 / 01:00
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