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Otra historia del mundo

    HACÍA algunos años que no hablaba con Fernando Trías de Bes, y ello a pesar de que se trata de un autor muy prolífico. ¿Economista? Sí. Pero mucho más que eso. Apasionado de la psicología económica, por ejemplo, y de la sociología económica también, y amante extraordinario de la Historia, lo mejor de él, además de sus clarividentes e iluminadores ensayos, es su forma de abordar los asuntos: esa capacidad para explicar, ese toque didáctico, ese estilo no muy común que combina la teoría económica más académica con momentos claves de la historia, también con anécdotas o hechos mínimos que, sin embargo, fueron decisivos.

    Ahora acaba de publicar ‘Una historia diferente del mundo’ (Espasa) y de esto estuvimos hablando ayer largo y tendido (las ofreceré la entrevista completa en los próximos días). Este libro no es, claro, una historia al uso, sino un análisis de cómo las emociones, los instintos y las conductas pueden explicar el porqué de cualquier momento histórico. Mucho más que los hechos, los sucesos, las conquistas o las guerras, lo que importa es el factor humano, nuestra naturaleza, los impulsos y las intuiciones, el ánimo y el desánimo, el tesón y la dejadez, el miedo y el perdón, la venganza y la compasión. La historia es como es, sobre todo, nos dice Trías de Bes, por estas cosas.

    Por supuesto, la economía late en todo el libro. Porque la economía explica muy bien la Historia, y así aquí se nos invita a pensar sobre cómo la envidia y el egoísmo de lo seres humanos (y de las tribus) estuvieron en el origen de todo. Desde luego, el afán de ser rico parece una característica muy humana, pero antes que eso está la necesidad de sobrevivir en un entorno hostil. En el principio, viene a decir Fernando Trías de Bes, la violencia extrema propiciaba el robo, la venganza, la destrucción del otro, hasta que se comprobó que era mejor negociar (comerciar, intercambiar), para no recibir después el mismo pago en cualquier emboscada. Es verdad que las guerras siguen ahí, desde el comienzo de los tiempos. Y es verdad que la mayoría de ellas tienen un origen económico. Pero el intercambio, el trueque, fue un agente civilizador, como todo el comercio, que ofrece un rostro mucho más amable que las invasiones. Hoy sabemos que el comercio llevó la cultura a lomos de barcos y caballos, del uno al otro confín, y estableció un puente de comunicación imprescindible: el intercambio (como los cromos en el recreo), y, más tarde, ese sustituto del trueque, mucho más cómodo y sobre todo mucho más preciso: el dinero.

    No hay espacio en esta columna para profundizar en los detalles de este libro, tan iluminador como entretenido. Trías de Bes analiza el nacimiento del dinero, las razones por las que el oro (ese metal extraterrestre) se convirtió en patrón y respaldo, pero cómo ya desde Caracalla las monedas se devaluaron y comenzó una separación entre el valor de la moneda física y su verdadero valor. Hasta hoy, donde el dinero puede tener muchas formas.

    No hay nada que me deje indiferente en este libro, que recorre todos los periodos históricos. Por ejemplo, se explica que el concepto de propiedad apareció con las murallas. El viaje nos lleva a cómo nació la concepción de propiedad de la tierra frente a la naturaleza sin dueño, la invención de los impuestos, la obsesión por la posesión, la Revolución Industrial y la dictadura de la productividad, el consumo como religión contemporánea... Somos lo que somos, dice, por nuestra propia naturaleza, por los impulsos y las emociones con las que hemos modelado nuestra propia historia. Brillante.

    16 sep 2021 / 01:00
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