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“Ovidius in Música” (As Metamorfosis na música no barroco), por el grupo “Resonet”

    Concierto en la Igrexa da Universidade ofrecido el pasado día 20, por el grupo “Resonet”, y que en esta ocasión integraron la soprano Mercedes Hernández, el barítono Andrew Robinson y el director del mismo Fernando Reyes, con tiorba y guitarra barroca. Actividad complementaria del congreso sobre “Las metamorfosis” de Ovidio, que propuso la profesora de la “USC” Fátima Díez. Músicas preferentemente de las líricas del primer barroco, en la tradición italiana y con un par de temas anónimos que recurrían a las poéticas de Calderón de la Barca y Melchor Fernández de León. Para entrar en materia, el “Orfeo” de Claudio Monteverdi, con piezas de los dos primeros actos: “Rosa del ciel”...”Io non diró” y “Vi ricorda o bosqui”, correspondientes a “Orfeo” y “Euridice”, un “tableau vivant” que conmemora la felicidad alcanzada, que visualiza la situación estática y la sensación de perenne duración. El estilo recitativo de la obra, mostraba formas muy variadas, recurriendo a veces a la simple declamación. En general, la línea del canto se esfuerza en reproducir las figuras retóricas sugeridas por el texto. Monteverdi en 1607, para esta ópera que lucirá galas en el Palacio Ducal de Mantua, en las estancias que fueron lugares de recepción de Margherita Gonzaga, viuda de Alfonso II d´ Este.

    Marco da Gagliano, con el prólogo: Ovidio: “Da´fortunati campi”, de “La Dafne”, un músico florentino que estuvo al servicio de la Compañía dell´Arcangelo Raffaelo y que tuvo tratos con Cosimo de Medici, Ottavio Rinucini, Jacopo Peri y Giovanni de Bardi. Fue autor de importantes libros de madrigales y miembro fundador de L´ Accademia degli Elevati, protegida por el cardenal Ferninando Gonzaga. “La Dafne” se dio a conocer en el Carnaval de 1608, obra menos austera que las similares de Peri o Caccini, resultado una amalgama de estilos madrigalescos y un recitativo que recuerda a “L´Orfeo “, de Monteverdi. Una obra modelo de equilibrio entre voces e instrumentación, además de las cualidades de sus ornamentaciones. Al año siguiente, sería nombrado m.c., de la Corte de los Medici, en la Catedral de Florencia. Destacan igualmente la serie de “monodias” camerísticas y los “Responsoria maioris hebdomadae”.

    J. Baptise Lully, con la escena final del III Acto, de “Cybéle”: “Venez furieux Corybantes”. El franco- italiano, ilustra en esta ópera la progresión conseguida con su colega Quinault, gracias a esa intriga amorosa que provoca mediante decisiones poéticas, en una transformación del sentimentalismo en tragedia en la que lo maravilloso ayuda a las metaformosis del héroe. La música de Lully, penetra en lo indecible, la ensoñación, lo escondido. “Cibeles” enamorada de “Atys” , aprovecha el sueño del joven para practicar la magia. La evocación del sueño, es una notable página instrumental. Pasando de lo real a lo irreal, permite que el encantamiento engendre el horror y la pesadilla. Al final de una tensión ininterrumpida, canalizada por la escritura musical y el ritmo de los versos, el tema se precipitaba en el estremecimiento trágico.

    Será Francesco Cavalli, quien acaparaba una mayor atención por las piezas escogidas. Uno de los grandes venecianos operistas, muy asociado con los principales teatros de ópera y que tuvo relación con Monteverdi, en el entorno de San Marco, en donde sería organista. “Le Nozze di Teti e di Peleo”, fue su primer trabajo, para el Teatro San Cassiano, lugar histórico a lo largo de décadas, en donde estrenará importantes óperas. A ese teatro, se añaden el San Moisé, el San Salvatore y el Santi Giovanni, que conocerán estrenos como “Giasone”, “Ormindo”, “La Calisto”, “Eritrea”, “Serse” o “Erisimena”. Su estilo operístico, con sus recitativos, y las arias estróficas, sobre bajo continuo, parecían influidas por su mentor, sin dejar al margen elementos cómicos, que tendrán continuidad en su visita a Nápoles, junto a Provenzale. En 1660, aceptó la invitación del Cardenal Mazarino, para trasladarse a París, en donde dará a conocer “Ercole amante” con motivo de la edificación del teatro construido por Carlo Vigarani, para la boda de Louis XIV, aunque en su lugar se daría “Serse”. “Ercole amante”, exhibía un gran despliegue de ballets y se estrenaría dos años después.

    De Francesco Cavalli, y de “La Calisto”, la escena 2ª, del acto 1º “Plante ombrose”; de “Gli amori d´Apollo e di Dafne”, el prólogo “Uscite in varie torme”, además de la escena del Acto 3º, en la escena 2ª, “Ohimè che miro”, lamento de “Apollo” y de “Ercole amante”, el dúo entre “Venus” y “Ercole”, “E perché Amor non fa”, del segundo acto. La recuperación de Cavalli, fue obra y gracia de músicos como Raymond Leppard, quien había dirigido “La Calisto”, en el Festival de Glyndebourne, en 1967, en un tratamiento moderno, al que seguirán René Jacobs, y su “Concerto vocale”, con “Serse”, “Giasone” o, de nuevo, “La Calisto”. Michel Corboz, no quiso ser menos con “L´Ercole amante”, para “Erato” y “La Didone”, en 1998. El paso de los años, jugó pues muy a favor de Cavalli, con nuevas entregas de “La Cavalli” o “La Statira principessa di Persia”

    Poéticas hispanas sobre textos de Calderón de la Barca, “Eco y Narciso”, música anónima del siglo XVII o Melchor Fernández de León, en “Ycaro y Dédalo”, segunda jornada en un canto de “Júpiter”: “No temas de quien viene rendido amante”. Período del Siglo de Oro, de grandes espectáculos escénico-musicales como “Il Parnaso” de 1561,y la época de “La selva sin amor”, de 1627, con texto de Lope de Vega, uno de los más señalados que anticipará en poco tiempo a los más celebrados de Calderón de la Barca. Títulos como “El jardín de Falerina”, “El golfo de las sirenas”, “El mayor encanto, amor” o “Celos, aún del aire matan”, con música de Juan Hidalgo, además de otros que hicieron fortuna como “La guerra de los gigantes” , de Sebastián Durón.

    “Resonet” fueron Fernando Reyes, con estudios de cuerda pulsada en el Conservatorio de Toulouse, y en la Staatslische Hochschule für Musik Trossingen. Es con la soprano Mercedes Hernández, fundador de “Resonet”, grupo con un considerable catálogo de registros: “Viaxe a Compostela”, “La Grande Chanson”- canciones de peregrinos franceses del XVII-, “Il Pelegrino”- viaje de Cosme III de Medici-, “Tonos de amor”, dedicado al barroco José Marín; “Festa Diaes”, músicas de la consagración de la Catedral de Santiago; “Cantiga”, trovadores de Galicia y Portugal; “Floralba”, cantos de romances de Galicia o “Chacona”, la canción de Santiago.

    Mercedes Hernández, estudió en la Musikhochschule Trossingen (Alemania) y en la Schola Cantorum Basiliensis (Basilea- Suiza) y se especializó cono Guillemette Laurents, Richard Levitt, Nicolau de Figueiredo, René Jacobs y Montserrat Figueras, además de colaborar con agrupaciones de élite en el ámbito de la música antigua: “Le Parlement de Musique”, de Martin Gester; “Ensemble Elyma”, de Gabriel Garrido; “The Harp Consort”, con Andrew Lawrence King; “La Fenice”, con Jean Tubery y en festivales o teatros, con su debut en el Liceu de Barcelona, como “Ninfa”, en el “Orfeo”, de Monteverdi, dirigido por Jordi Savall.

    El barítono Andrew Robinson, se diplomó en la “ABRSM” y en el Trinity College, de Londres, destacando en roles como “Melisso”, en la “Alcina”, de G.F. Haendel; “Papageno”, de “La flauta mágica”, mozartiana, con “Singing Salon”; “Eneas”, de “Dido y Eneas” (Purcell), con el Baroque Collective Singers; “Plutone”- “Orfeo” de Monteverdi, para el Festival de Música Antigua de Brigthton (BREMF); “Polifemo”, en “Acis y Galatea”, una producción de la New Sussex Opera. En esta relación artística, también se incluyen oratorios, Desde 2012, colabora con “Resonet” y dirige el “BREMF Comunity Choir”, coro mixto que recupera músicas antiguas de la Edad Media, que sonarían en la Abadía de Lewes, destruida por Enrique VIII, a partir del Breviario de Lewes, descubierto en Francia y conservado en Cambridge.

    27 sep 2022 / 01:00
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