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Pablo Saiz Villegas- “Cuarteto Casals” y la “OSG”, clausuran el “Festival Bal y Gay”

    El guitarrista Pablo Saiz Villegas ofrece su concierto en la Fábrica de Sargadelos (Cervo)-mañana, día 24 a las 20´30 h.-, con el título de “Alma de guitarra”, dedicado a la guitarra española, incluyendo de Enric Granados, la “Andaluza” del grupo de “Danzas españolas”, una obra maestra que se escucha con cierta frecuencia y que también tenemos en la lectura para el piano. Una dedicatoria a Antonio G.Faria, acompañando a otras delicadezas como la”Rondalla aragonesa”, el “Fandango” o la “Arabersca”. También, del grupo, tendremos la “Melancólica” o “Danza triste”, que curiosamente el mundo de la danza incorporó a su repertorio. La libertad concedida por el autor, le otorga una apreciable frescura. Joaquín Rodrigo con la “Invención y Danza (Homenaje a Manuel de Falla). Las memorias del autor con su compañera Victoria Kahmi, nos recordarán que esta pieza, de 1961, respondía a un concurso organizado por la “ORTF”, denominado “Coupe de la guitare”, para premiar una pieza para el instrumento. Era el organizador Robert J.Vidal, buen amigo de la pareja y que insistía a Rodrigo a que encarase el reto, aunque él decía que no tenía nada a mano. Al final, aceptó la propuesta y el resultado fue del agrado del jurado, que le concedió el premio, con una edición de lujo de la obra de Mistral “Mireille”, que ambos recogieron en París.

    Jesús Bal y Gay, sustento del ideario de este festival, estará representado por la “Pastoral para guitarra”, otro caso de pareja artística con resultados reconocidos, el que formaba el compositor lucense y Rosa García Ascot, autores igualmente de unas memorias a dos manos: “Nuestros trabajos y nuestros días”. Hablar de ellos es recordar con añoranza el período de la “Residencia de Estudiantes”, a la que agradecía la etapa entre 1924/33, por contribuir por completo a su formación humanística y artística; también el exilio en Méjico, las relaciones con Stravinsky o Ravel. Santiago y en sus apreciaciones, el ingreso en 1927, en el “Seminario de Estudos Galegos”, pie de entrada a la investigación musicológica, confirmada en el “Cancioneiro Galego”, que le ocupó unos cinco años y el encuentro afortunado con Carlos Maside, del que guardaría algún retrato; Domingo García Sabell, Rafael Dieste o Luís Seoane.

    Francesc Tárrega, con tres piezas representativas, desde la inmarcesible “Capricho árabe”, “Lágrima” a “Adelita”, con seguridad uno de los guitarristas más venerados por la historia y figura fundamental en el impulso de la guitarra moderna por su absoluta dedicación al instrumento y a las aportaciones técnicas y artísticas. Asiduo por demanda popular de los salones de postín, transcribió con prestancia obras de compositores consagrados, desde Mozart, a Mendelssohn, Bizet, Rubinstein, Beethoven. Españoles como Albéniz o Malats, Chueca, Chapí, Arrieta y Barbieri, páginas adaptadas de arias operísticas. Una manera de entretener a su público, ansioso de novedades sin cortapisas. El repertorio para el instrumento, se vería así ampliado.

    Isaac Albéniz, con otras piezas de gran arraigo. De las “12 piezas características Op. 92”, “Torre Bermeja”, una deslumbrante evocación en una encarecida dedicatoria a la Srta Isabel de Lisboa, a la que ya le había obsequiado con la “Segunda Suite Antigua”. Tras un excelente concierto ofrecido en la Salle Pleyer parisina, el compositor y organista francés Charles- Marie Widor, se deshizo en elogios dedicados a él, a través de una carta en la que alababa su talento por un monográfico en el que se incluía “Torre Bermeja”. “Mallorca” (Barcarola). Op. 202”, de cuidada elegancia por su claro refinamiento, en otra evocación de la isla, a través de 114 delicados y etéreos compases, en el espacio de una arquitectura tripartita. En la versión para piano, el autor la presentó en el St. Jame´s Hall, en 1890. De la “Suite española Op. 47”. “Asturias”, nombre asignado por el editor alemán, a la pieza que se anunciaba como “Leyenda”.

    El “Cuarteto Casals”, en la Basílica de San Martiño (Foz), el día 25- 20´30 h.-, una de las perlas del festival, un grupo con raíces en la Escuela Superior de Música Reina Sofía, y que para conmemorar su XX Aniversario, realizaron la integral de los 17 cuartetos de cuerda de L.v.Beethoven, añadida a una serie de obras en estreno, procedentes de compositores españoles. Su reconocida proyección internacional, les llevó a los mejores escenarios internacionales, desde el Carnegie Hall, al Wigmore Hall (Londres), el Palau de la Música, de Barcelona, la Berliner Philharmonie Köln, la Schubertiade Schwarzenberg o el Concertgebouw. Sus registros discográficos, llevan una carrera plena de resultados artísticos, en especial los editados por “Harmonia Mundi”. Recibió el Premio Nacional de Música, de 2006 y el Nacional de Catalunya, de 2016.

    Un estreno entre dos clásicos, Mozart y Shostakovich. Se trata de las ”Variaciones sobre una plaza en silencio y azoteas alegres”, de Dahaaoud Salim, compositor con arraigo en Sevilla, hijo de Abdu Salim, un saxofonista que contribuyó a asentar la divulgación del jazz en la capital andaluza, a partir de 1983. Fue premio del Concurso Internacional de Cartet y su participación en programaciones de importancia, se ofrecieron en la “Fundación Juan March”, de Madrid, entre otros centros. Estudió en Extremadura con Ángel Sanzo, aprovechando para colaborar frecuentemente con la Orquesta Ciudad de Extremadura. En otras actividades, merecen mención los proyectos con el grupo de cámara de Rossane Philippens.

    W.A. Mozart con el “Streichquartett nº 15, en Re m. K. 421”, segundo de los dedicados a su estimado maestro F.J.Haydn, del grupo de seis y que se dio a conocer en Viena, en el verano de 1783, antes de ser editado por “Artaria”. Para el estudioso Mila, este cuarteto era tal vez el más perfecto y dramático, además de apasionado y cargado de intensidad emotiva. En esencia es la única composición en tono menor del ciclo, y se aproxima a la inquieta tonalidad de la ópera “Don Giovanni”, o el “Concierto K. 466”. La espontaneidad y la frescura de estos cuartetos, no solo es aparente, en cuanto al logro de cada uno, tanto en la invención como en la forma, sino que es producto de un meditado trabajo, como se observa en este cuarteto, por su dominio del hábil contrapunto en el “minué”, así como en el desarrollo del “Andante”.

    Dmtri Shostakovich con el “Cuarteto nº 11, en Fa M. Op. 122”, peculiar partitura y propia dentro de su estilo camerístico que se resuelve en siete movimientos encadenados, para mayor prestancia expresiva , desde la “Introducción”, confiada al primer violín, mientras que el verdadero “leit motiv”, el material temático que asegura la coherencia, será enunciada por el violonchelo. Vendrá un”Scherzo”, para proseguir con tiempos tan característicos como la “Elegía”, mientras que la “Humoresca”- nada mejor por tratarse de un creador dotado para poner el dedo en el ojo del oyente-, prepara la repetición del segundo violín- una dedicatoria sentida para Vassili Chirinski, que acababa de fallecer-; un “Moderato”, apurado de tintes sombríos y sonoridades plácidas que vuelven a acercarse al “Scherzo”. El cuarteto fue acabado a comienzos de 1966, con la mente puesta en el prestigioso “Cuarteto Beethoven” y en el que para esa ocasión, contaría con Nikolai Zabavnikov, quien tomaría la plaza del apreciado Vassili Chirinsky, para el estreno en la Sala Glinka, de San Petersburgo.

    La Catedral de Modoñedo, clausura la edición del “Festival Bal Y Gay”, con la”OSG”, dirigida por su titilar DimaSlobodenouk-, día 26 a las 21´00 h.-, con un programa para el común de aficionados, comenzando con la “Segunda Suite, en Si m. BWV 1067”, cuya ubicación con cierta probabilidad, no resulta sencilla por importantes aspectos, tratándose de un híbrido entre concierto para flauta y suite de danzas, ordenadas del modo más desacostumbrado, También resulta paradójico que esa tonalidad en modo menor- la preferida por el autor para la flauta travesera-.contribuya a una música ligera y traslucida. Esa flauta, en sus labores destacadas, cuenta efectivamente con brillantes solos, en beneficio propio y en especial en algunos de los movimientos, aunque, por pasajes, se integre con absoluta solvencia en los “tutti”, duplicando al primer violín. La “double”, o variante de la”Polonaise” llega a definir el punto álgido, del virtuosismo de la flauta travesera, al lado de la “Badinerie”

    Joaquín Turina y “La oración del torero Op. 34”, del año 1925 y pensada para el cuarteto de laúdes “Aguilar”, quienes la estrenaron al año siguiente, con presentación exitosa por capitales europeas. El manuscrito original, por infortunio, se acabó perdiendo a consecuencia de lo cual, se vio obligado a reconstruirla para cuarteto de cuerdas, que escuchamos con frecuencia, sin renunciar a la ampliación para orquesta a demanda del maestro Pérez Casas, quien con su formación, la Orquesta Filarmónica, la estrenó el 7 de enero de 1927. También, y para el piano, Turina realizaría una adaptación, que dará argumentos a otra nueva, para violín y piano. Uno de sus trabajos más queridos por las circunstancias por la que tuvo que pasar.

    John Adams con “Shaker Loops”, de 1978, ejemplo de los muchos estilos que manejaba el compositor norteamericano, asimilando influencias del entorno. La canción popular, el jazz y las vaguedades de Jelly Roll Morton. Una estirpe de creadores, que muy pronto comenzaron a trabajar sobre sonidos de todo tipo, adaptándolos y ampliándolos, apoyándose en las técnicas del minimalismo, que se usará con distintas denominaciones. Detalle como la repetición constante, y los cambios graduales, pero en los que tienen un papel menor, otros elementos definitorios, los procesos audibles, y una reducción del material musical. “Shaker Loops”, es obra para conjunto de cuerdas, perteneciente al período de “Phrygyan Gates”, para el piano, manejándose con técnicas del primer minimalismo.


    Cumple periplo el “Festival Bay y Gay”, en la que habrá sido su mejor oferta de las ofrecidas a lo largo de sus convocatorias en lo que se anunciaba como “Música á beira do mar” y para confirmarlo, la despedida con la “OSG” con su titular Dima Slobodeniouk, con la participación como solista del flautista Joan Ibáñez, en la Catedral de Mondoñedo-viernes día 26, a las 20´30 h-, destacando obras de J.S.Bach, Joaquín Turina y John Adams. Joan Ibáñez, se formó en el Conservatorio de Valencia con Mª Dolores Tomás para seguir en el Royal College of Music, de Londres, con Jaime Martín. Fue miembro de orquestas nacionales como la de la Comunitat Valenciana, la del Principado de Asturias, la de Córdoba, y es miembro de la “OSG” y del “Zoar Ensemble”. Para entrar en programa, ls “Suite para orquesta, en Si m. BWV 1067”, de Johan Sebastiann Bach, en esta modalidad de tratar el repertorio barroco dentro de parámetros de los que ya tenemos resultados claramente aceptados. Suites que se distancian en sus planteamientos de los muy conocidos “Conciertos de Brandenburgo” y que resaltan por el protagonismo concedido al primer movimiento, además de partir del presupuesto de no pretender resolverse como una posible colección homogénea. Se desconocen, para mayor precisión, las ocasiones que las habían propiciado y hasta nos encontramos también con otra que podría caber en el grupo, y que pertenece a su hijo Wilhelm Friedmann. La datación, coincide con la implantación de la flauta travesera.

    Esta “Suite Segunda, en Si m. 1067”, observa dificultades en cuanto a su ubicación y en ciertos aspectos, podría dar a entender una especie de híbrido entre el concierto para flauta y la suite de danzas, en un ordenación que podría aceptarse como peculiar, por lo desacostumbrado. Resulta paradójico que esa tonalidad en Si menor- realmente la favorita para el autor de grandes oratorios y obras para el clave-, y que contribuya a originar para mayor goce, una música ligera y traslúcida. La flauta aprovecha los solos brillantes en los movimientos que le conceden mayor relevancia interpretativa, permitiendo en el resto integrarse con soltura en el “tutti”, duplicando con eficiencia al violín primero. Nos hallamos con la “doublé” a modo de variante de la “Polonaise”, marcando expresivamente el climax virtuosístico de la travesera, cara a cara con la distendida “Badinerie”. En estas obras, la “Obertura a la francesa”, sobresaldrá con creces por su necesario protagonismo.

    Joaquín Turina y la “Oración del torero Op. 34”, composición de 1925 y que el autor destinará al “Cuarteto Aguilar”, de laúdes, que formaban Elisa, Ezequiel, José y Francisco, un hermanamiento que destacaban por la calidad de sus interpretaciones. Una página, que con fortuna, pasearán por festivales y recitales, a lo largo de todo el mundo. Ellos la estrenaron al año siguiente de su creación y, curiosamente, por avatares del infortunio, la obra se perdió, en su edición manuscrita, lo que motivará a Turina a reescribirla para cuarteto de cuerdas, forma que en la actualidad, se escucha con regular frecuencia. No faltaría tiempo en el que animado por los resultados, se dejase llevar por la tentación de ampliar el resultado con una orquestación de la misma, por la sugerencia del maestro Bartolomé Pérez Casas, quien se sentirá halagado para ponerla en atriles con su “Orquesta Filarmónica”, formación emblemática e aquellos años, estrenando el resultado ansiado el 7 de enero de 1927, dos años después de la creación para el cuarteto de laúdes. Llegarán sin reparo nuevas adaptaciones, una para piano del maestro Turina, otra para violín y piano, a cargo del ilustre Jascha Heifetz. El autor confesará que la inspiración le vino en una tarde de toros, en la Plaza de Madrid-aquella plaza vieja, armónica y graciosa-, y allí vio su obra, sintiéndose tras una puerta, ante una pequeña capilla, llena de emoción.

    John Coolidge Adams, compositor en la cuerda de los minimalismos, con una obra de gran calado, “Shaker Loops”, pieza que visita las programaciones de músicas contemporáneas, con otras como “Harmonium”, “Haronielehere”, o “He chairman dances”. El Adams de fuertes implicaciones sociales, le tenemos en óperas como “Nixon in China”, con excelente acogida en Europa. En general, el compositor norteamericano, supo sacar excelente partido de las influencias más opuestas, desde la canción popular al jazz en sus raíces más genuinas de Jelly Rool Morton, e incluso curiosidades como las obras para pianola de Condon Nancarrow o el lenguaje tradicional idealizado, con la firma de Charles Ives. No descarta, por afinidad, las maneras cosmopolitas de la Costa Oeste. Así nos damos de frente con Shaker Loops” (Bucles de los agitadores, 1978), para conjunto de cuerdas o “Phrygian Gates” Puertas frigias, del mismo año), pieza para piano que usan las propicias técnicas del boyante minimalismo, auspiciado por sus colegas de travesía generacional, un pulso en esencia, regular y constante y una repetición inspirada en los bucles de cintas magnéticas y procesos de evolución lenta.

    23 ago 2021 / 00:30
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