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Reseña Musical

“Pagliacci” de Leoncavallo, una producción del Teatro Lírico de La Zarzuela, en el Teatro Colón

    Verismo en señas de identidad para “Amigos de la Ópera de A Coruña”, que se apuntan a esta producción procedente del Teatro Lírico de la Zarzuela, y que tendremos en el Teatro Colón- 20´00 h., bajo la dirección de José M. Pérez Sierra. Un cuadro de solistas que nos trae al tenor Alejandro Roy-“Canio”-; la soprano Vanessa Goikoetxea-“Nedda”; el barítono Zeljko Lucic-“Tonio”-; el tenor Enrique A. Martínez- “Peppe”-, y el barítono César San Martin-“Silvio”-, con la “OSG” y el “Coro Gaos”, y que se ofrecerá los días 24 y 26. Una producción escénica de Ignacio García, responsable del Festival de Mérida, y ganador del Premio “ADE”, de la As. de Directores de Escena, como Director de Año por “Reinar después de morir”.

    Consecuencia de la influencia de las corrientes del naturalismo, “I Pagliacci” y “Cavalleria rusticana”, parecía trabajos de compositores de segunda fila, hasta el emblemático concurso de 1890, que le convertiría en alternativa dentro de las nuevas corrientes. R.Leobowitz, las palabras que escuchamos en medio del prólogo “No. L´autore ha cercato invece pingervi uno squarcio di vita” (No, por el contrario, el autor ha tratado de mostrarles un aspecto de la vida), es el manifiesto de la ópera verista. En su ópera ese verismo se convierte en el tema mismo del drama, y tal identificación absoluta del contenido y de la forma, da lugar a una ópera de una intensidad expresiva excepcional. Es “Pagliacci” muy superior a su pareja, la obra de Mascagni. Una fuerza que reside en el libreto, uno de los más logrados que presenta a un compositor profundamente consciente de elementos prestigiosos del arte lírico, mientras presenta extraordinarias habilidades de innovación, creando nuevas situaciones dramáticas ambiguas y complejas. El ejemplo más característico del “juego trágico”.

    “Un tal gioco, credetimi, è meglio non giocarlo con me”, dice “Canio” al comienzo del primer acto y, un poco más adelante, contradice la afirmación que hace “Tonio” en el prólogo afirmando que: “”Il teatro e la vita non son la stessa cosa”. Es él, “Canio”, quien al final del drama se verá inmerso en esta situación que le llevará a confundir el teatro y la vida, y a matar a “Nedda”, su mujer. Será preciso recordar que Leoncavallo era también escritor y titular de doctorado en letras y que “Pagliacci”, fue aceptada por Sonzogno, el editor musical, más que el libreto mismo, que por la música. Galsworthy, redundará comentando que la ópera es un híbrido fascinante, una de esas raras óperas en las que la historia, se adueña completamente de la música y se funde con ella a la perfección. Ese verismo que en sus dictados, aspira a representar un realismo ajustado a la vida misma, intentando captar en esa versión musical, los instintos y las pasiones más descarnadas, sin trabas ni limitaciones, sin adornarlas ni mitigarlas.

    Esos personajes de “Pagliacci”, para los que el autor había pensado como protagonista a “Cannio”, personaje indiscutible pero que terminará repartiendo con “Tonnio”, con la mente puesta en su amigo el barítono francés Víctor Maurel. “Cannio” apunta a un “tenore di forza”, con notables agudos, aunque por su rol, permite tenores de menor fuerza, que le permita cumplir con su cometido. “Nedda”, puede ser una soprano lírica, aunque siempre pendiente en las escenas finales de mantener el tipo frente a la orquesta. En resumen, no está condicionada por agudos portentosos. “Tonio”, un barítono como el que conocemos, atento a la parte escrita y a la demanda de su dramatismo. Papel para un cantante dotado a gran altura como actor, para encarnar a ese desgraciado personaje, en forma de payaso tullido. “Silvio”, se acerca a un barítono lírico, quizás de menor envergadura que el anterior, y que guarda el mejor pasaje en el dúo con “Nedda”. “Peppe” cumple en su calidad de tenor lírico-ligero o lírico, en las cercanías de un “Arlecchino” procedente de la “Commedia dell´arte”, con su serenata de preciso lucimiento. Se queda el coro con un aparente segundo rango, en sus intervenciones con la orquesta, realzando los momentos de mayor dramatismo.

    Es la propia música orquestal, quien contribuye a reafirmar la acción, aprovechando los abundantes recursos y que sin resquemores, no renegará del pasado, formando con solvencia parte del espíritu del drama/comedia, con gran intensidad. Escasas ornamentaciones para no distanciarla del ansiado mundo real, siempre ajustándose al realismo del “verismo”. Una trama que según lo propuesto, se resuelve sin solución de continuidad y como detalle de enlace el breve “Intermezzo” orquestal, acostumbrado a elegirse como pieza de concierto en otras propuestas. Ya en el “Prólogo” el autor anuncia al espectador lo que podrá seguir en escena y que no será sencillamente una simple ficción, sino una estampa de la vida en toda su crudeza. “Tonio”, se planta ante el público antes de alzarse el telón, y tras una puntual aparición de la orquesta, en la que se citan algunos de los leitmotiven, que formarán parte de “Ridi,Pagliaccio”, página a modo de dardo, y del amor entre “Nedda” y “Silvio”, con otra alusión al tema de la “Amenaza”, que utilizará “Cannio”. El éxito rotundo del estreno, el 21 de mayo de 1896, será patente de garantía lírica hasta nuestros días.

    24 sep 2021 / 01:22
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