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Palabras

    SEMANAS atrás, esos bárbaros que tiran la piedra, esconden la mano, utilizan las sombras del pensamiento y se titulan demócratas de nuevo cuño, borraron del cementerio de la Almudena unos versos de Miguel Hernández en un agravio más contra la memoria y la cultura. El pasado día 30 se cumplieron ciento diez años del nacimiento del poeta alicantino a quien la dictadura de Franco condenó a una muerte lenta y cruel, arrastrando por las cárceles la enfermedad que le produjeron los malos tratos, el hambre y la falta de cuidados sanitarios.

    Por estas dos cuestiones, la conmemoración de su nacimiento y
    el nuevo intento de secuestrar su palabra, Miguel Hernández ha vuelto a la noria de la actualidad. Sus versos se han levantado de las páginas de los libros, han invadido las redes sociales y cientos de voces le han abierto todas las puertas
    de la libertad.

    Miguel Hernández es uno de mis poetas recurrentes, con sus virtudes y defectos de escritor apresurado, de creador vital, de versificador de la vida desde sí mismo en unos momentos históricos terribles de los cuales fue víctima. Tratar de seguir silenciándolo vuelve a poner de manifiesto la inquina que no se disuelve con el paso de los años.

    El sentido de vencedores de una contienda que no cesa, el deseo de agraviar que, además de doler, hace temer como al propio Miguel cuando escribió: “Ayudadme a ser hombre, no me dejéis ser fiera”. Y murió como hombre de bien a manos de las fieras.

    En los últimos años he escrito siete libros para escolares sobre la vida y obra de Miguel Hernández, gracias a un proyecto financiado por la Diputación de Jaén, depositaria del legado del poeta. Para ello he profundizado en todos sus momentos vitales, en su amor a Josefina Manresa, en el dolor por la muerte del primer hijo, en la tristeza de no ver crecer al segundo, en la fuerza de todos y cada uno de sus versos con los que consiguió retratar las esperanzas y desengaños de quien creyó en la verdad y sucumbió en el barro de las falsedades. Miguel es una figura paradigmática de la catástrofe de su tiempo. Borraron su futuro pero nunca podrán borrar la fuerza de sus palabras.

    01 nov 2020 / 00:00
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