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Pandora

    MANTENGO una larga charla con Javier Sierra, que parece enfadado con el cariz que están tomando los acontecimientos. Casi todos los acontecimientos, o sea. Durante la pandemia se sintió interpelado por la Historia, como suele, y se dedicó a escribir un libro sobre cómo la caja de Pandora expandió para siempre la enfermedad, los males del mundo, que se quedaron a vivir entre nosotros. Un símbolo, como tantos símbolos, de cómo penetró en nuestro ser el sentimiento de culpa, cómo se diseminó el mal encerrado en aquella caja por los dioses (por Zeus, por el poder supremo), aunque se le encargara a la bella criatura que no la abriese jamás. La curiosidad es causante de la sabiduría, pero también puede causar mucho dolor. De todos esos males ya no nos pudimos librar jamás, permanecieron dormidos o se hicieron evidentes, como ahora, de pronto, a causa de un virus poderoso, y así regresamos al poder inconmensurable de los mitos, que todo lo enseñan. Y hemos vuelto a las imágenes de la pandemia de principios de siglo, que pasan ahora por los informativos y que nos recuerdan que nuestra gran fragilidad, a pesar de todos los avances, sigue estando muy presente en nuestras vidas.

    Javier Sierra se adentra en los misterios que tanto le gustan, y que hacen de él un divulgador de éxito. A fin de cuentas, la ficción, el mito, y la realidad, el logos, terminan encontrándose. No se pueden separar uno de otro, porque son las dos caras de la misma moneda. La existencia. El mundo es un relato, es aquello que contamos de él. El lenguaje sólo es la manifestación de nuestra manera de ver el mundo. Por eso es importante saber elegir bien las palabras. Por eso las palabras dicen tanto de nosotros. Habla Sierra de la panspermia, que, según él, explica cómo la vida pudo originarse a partir de la infección llegada de otros mundos, un contagio de vida compleja, más de lo que podría pensarse, que ahora algunos identifican con los meteoritos, con las piedras cósmicas, que, según la narración, pudieron desencadenar también la vida tal y como la conocemos. Más allá del grado de aceptación científica de estas teorías, que desconozco por completo, Javier Sierra cita al Premio Nobel de 1962, Francis Crick, quien al parecer llegó a decir algo así como que “la vida es una especie de catarro cósmico que va saltando de mundo en mundo”.

    Ahí es donde Sierra se siente en su terreno. En el de los enigmas y en el de las civilizaciones clásicas. Por supuesto, Egipto se abre camino de inmediato (ayer mismo volví a ver, en Movistar, la entrega egipcia de su excelente serie ‘Otros mundos’, indudablemente cautivadora). Sierra escribe en ese punto indefinido en el que la ficción y la ciencia pueden encontrarse. Él mismo pasó una noche dentro de la Gran Pirámide, en 1997, imitando a Napoleón. Y dice que se sintió morir de tanta oscuridad.

    Cree Sierra que la pandemia debería por fin alertarnos de la necesidad de despertar. Aunque los mitos son maravillosos y narran nuestra historia (se queja amargamente de que las humanidades y el mundo clásico hayan desaparecido prácticamente de la educación), quizás sólo tengamos que sustituir a los primeros dioses por la madre naturaleza. Eso cuenta El mensaje de Pandora (Planeta). Conviene aprender a ver dónde nacen los males.

    09 jul 2020 / 00:12
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