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Para echarse a llorar

    Recoge El Confidencial que, según el SEPE –Servicio Público de Empleo Estatal–, 263.000
    españoles del sector sanitario
    y educativo se encuentran en paro y buscan empleo. Es pa-
    ra echarse a llorar.

    Los testimonios sobre la situación en hospitales y centros de atención primaria son demoledores, y no hay familia española con hijos en edad escolar que no conozca la precariedad con la que los centros educativos afrontan el reto de garantizar la enseñanza durante la pandemia. Profesionales sanitarios y educativos se quejan exactamente de lo mismo: falta de personal y falta de medios.

    Falta personal con 263.000 profesionales en paro, mientras se gasta el dinero en partidas absurdas, infinidad de organismos que solo sirven para dar empleo a personas afines al partido que gobierna en ese momento, delegaciones y subdelegaciones sin competencias porque duplican las de otras instancias, fundaciones creadas en memoria de personajes que merecen respeto pero que deberían ser aparcados un tiempo mientras se dedica el dinero a causas más urgentes, ministerios creados ex profeso para los socios del Gobierno de coalición y que antes eran secretarias de Estado o direcciones generales, y una masa de asesores como nunca antes se había visto y con sueldos desorbitados.

    Estamos en situación de emergencia, y Pedro Sánchez es el único español en no darse cuenta. Ha pactado una serie de medidas con Isabel Ayuso que están bien, pero la mayoría de ellas exigen dinero contante y sonante, y no lo hay. Italia, donde el virus golpeó con tanta fuerza, está saliendo de la crisis con medidas que en España no se contemplan ni de lejos, porque no hay quien las costee. Los italianos que regresen a casa de ciertos países europeos son sometidos obligatoriamente a un PCR en las fronteras, mientras aquí hay que pedir cita y, si consigues que te hagan la prueba, pagar una pasta; no hay médicos y enfermeras suficientes para atender a las centenares de miles de personas que acuden a un centro de salud, siempre colapsado.

    Y hablando de colapsos, es imposible resolver un problema con la Seguridad Social, de cualquier tipo, porque es tanto el déficit de personal que no se dan citas telefónicas ni por internet; y es inútil intentarlo presencialmente, te dan con la puerta en las narices mientras te remiten al teléfono o la página web. Bloqueados. Se comprende el cabreo de Antonio Resines: es famoso por sus broncas en las películas, pero esta vez lo hace en la vida real y cargado de razón.

    Que no nos vendan motos. Hay infinidad de altos cargos faltos de iniciativas a los que exigir responsabilidades por la tragedia que tenemos encima, sin que se adviertan signos de eficacia mientras otros países están consiguiendo salir adelante. Pero por encima de esos altos cargos que no acaban de acertar, está un presidente que no sabe para dónde tirar. Sorprende que en España todavía haya gente que se empeñe en salvarle la cara.

    23 sep 2020 / 00:00
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