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Pepe Domingo

Un buen día, hace muy poco (finales de enero), llegó a mis manos un libro que, simplemente por el hecho de ser de quien era, ya suponía que iba a tener un interés extraordinario. Se trataba de una aparente autobiografía de Pepe Domingo Castaño llamada Hasta que se me acaben las palabras, con un subtítulo muy elocuente que especifica: Mis recuerdos de radio y vida. Está en Aguilar, que a su vez pertenece a Penguin Random House. Y cuando digo aparente es porque todo indicaba que iba a ser eso: una especie de acta notarial de vida. Lo que no me esperaba era que la cosa se desmadrase tanto respecto a lo perfectamente previsible. ¿Y qué es, pues, lo que me encontré de extraño, raro y curioso? Que acabase por ser una obra profunda, literariamente perfecta, de una calidad magistral que podríamos comparar a la de cualquiera de nuestros maestros clásicos. Le comentaba a él mismo que había fragmentos que recordarían sones y tiempos y sueños de un Torrente Ballester, por ejemplo... Claro, que el bueno de Pepe Domingo se rió a carcajadas de esto último... Pero si uno comienza por orden, desde el principio, los capítulos llamados Lamprea y tabaco rubio americano, o Bombones y raticida y, sobre todo, el espeluznante José El Corinero, comprenderemos enseguida de qué nivel de profundidad abismal hablamos...

LA RADIO

Lógicamente, luego encontramos lo previsible, claro. Lo que todos esperábamos. El Pepe Domingo del que podríamos decir con toda tranquilidad: La radio es él. Me lleva diez años, pero su mundo es el mío. La del hombre que escuchamos desde hace décadas en algún transistor minúsculo y que inventaba frases únicas y anuncios absolutamente magistrales. Como ejemplo, el “Pepe, un purito”, que aparecía en Carrusel Deportivo, que se hizo viral a la velocidad de la luz. O el “Coronita, uh, Coronita, uh...” O el “Ni cava ni champán, Burbujas Cantosán”. Curiosamente, la semana pasada les hablé de una anécdota que me contó Alfredo Bryce Echenique allí, en la ilustre bodega de Yllera, de donde el maestro peruano y yo salimos a gatas gracias a su popular espumoso. Por cierto. Es Pepe quien me aclara de verdad la importancia real de la publicidad en la radio, y hasta qué punto es el motor de la buena marcha de un programa... Luego, claro está, el desfile de personajes populares. Es interminable, desde el rey Julio Iglesias hasta Manolo Chocolate y cómo convencieron a Pepe Domingo para casarse con Tere en Nassau (las Bahamas) en el resort de Jarabito. Es decir: un libro recomendabilísimo para todo el mundo. Atractivo, adictivo, simpático, entrañable... Y magistral, claro...

07 feb 2022 / 01:00
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