Perdiste, Vladimir

OYE, Vlamidir, mira lo que te digo: esa guerra está perdida. Y tú, que ya tienes mucha mili de Dios, lo sabes mejor que yo. En esta fase de la historia militar de la humanidad, cualquier guerra que dure más de un aspaviento, es una guerra perdida. Y a ti esos ucranianos se te están resistiendo más, pero que digo más, mucho más, más incluso que mucho, de lo que podía esperar y puede tolerar una Rusia a la que le gustaría definirse como superpotencia armamentística.

Y digo lo de armamentística sólo para referirme a tu equipamiento material, en lo que a lo mejor se puede aceptar la discusión sobre su graduación, porque en lo que hace al resto de los medios disponibles ya la cosa se puede poner en duda: mira, lo de tus élites militares está más viejo que yo que sé. Esos, desde el punto de vista estratégico, son maliños de verdad. En la tercera década del siglo XXI ya no se puede hacer la guerra como se hacía antes. Este ya es otro mundo, y en lo militar también.

Por eso te digo que cualquier guerra larga es una guerra perdida. Y ya está. Primero de nada porque, mientras dura, consolida más las posiciones de defensa que las de ataque. Fíjate en que el mundo lo que está pensando es que a Putin, o Putiño, que se podría decir por aquí, se le resisten los ucranianos. Y la cuenta que llevan no es la de tu avance, sino la de su resistencia. Y siguen resistiendo, es decir: venciendo.

Y a ti lo único que se te ocurre, como a estratega viejo, es que, si la cosa resiste, más violencia. Cada día se ve más la saña con la que operan tus fuerzas militares, bombardeando cada vez más intensamente, intentando ser cada vez más mortíferos, usando a cada día bombas y misiles más desproporcionados, es decir: contra la inteligencia, la fuerza. Y eso, Putin, querido, ni es estrategia ni es nada.

Rusia, en cuyo nombre dices actuar, aunque ella está más bien callaba, no sé si por el miedo o la cobardía, porque ya tiene mucha historia que lamentar, está fraguándose una lamentable imagen ante el mundo.

O eres más tonto de lo que pienso, o eres perfectamente consciente de que cada vez que se ve la foto de una barriada residencial ucraniana destruida, o la de uno de esos enriquecidos amiguetes que te acompañan en los saraos, al resto del mundo se le representa inexcusablemente la imagen de la maldad.

Esa Rusia ya no podrá ser amiga de casi nadie, a no ser que cambie mucho, pero mucho, incluso más que mucho, llevándose por delante a ti mismo.

Tú, Vladimir, ya eres un tipo sin futuro. Mueras o sobrevivas, ya no se puede contar contigo. Fuiste. Ya no serás más.