Pobre Cataluña

YA hay quien dice que los catalanes bien podrían repetir la votación. Unos, del lado del separatismo, porque se quedaron a poco de ganar con la holgura necesaria para dar firme consistente a sus aspiraciones. Otros, del lado de lo que ellos suelen llamar constitucionalismo, porque echan de menos una mayor participación de los votantes, que consideran que se habría producido a su favor. Y aún hay otros, que ya no se ni quienes son, por lo que a lado se refiere, claro, porque piensan que, con lo que salió de las urnas, sigue quedando el lío catalán tan enmarañado como antes.

Yo, con dudas, sí, pero me sumo al tercer grupo. Miren lo que va a pasar: los separatistas no abrirán paso a los socialistas, que fueron los que más ganaron, ni hacia la presidencia de la Generalidad ni hacia la del Parlamento. Lo cual, siendo legal, es sucio.

Además, los de ERC, a pesar de que lograron el alivio de sacarle una pequeña ventaja a la derecha pujolista, no dudarán en asociarse con ella para dar primacía a la cuestión nacional sobre la social; pero como ambos, los de Esquerra y los pujolistas, necesitan a alguien más para apalancar la presidencia de la Generalidad, sólo podrían considerar como aliado añadido a la CUP, que dice que la derecha pujolista le da grima y que de concesiones sociales ni una.

Con todo, si llegasen a unirse los tres, que no debe descartarse, se formaría un amasijo tremendo: la derecha, la izquierda y la extrema izquierda juntos, con la disculpa de la patria unida. ¡Es mucho! Ya sólo faltaba que los de Podemos dieran la sorpresa de ofrecer su apoyo a un Gobierno separatista, por sacarse de en medio a los de la CUP o por tocar poder, que ya se ve que no les disgusta, pero esto ya sería la repanocha. De enfermedad, vamos.

Luego, una vez constituido un Gobierno con patas tan heterogéneas, la vida parlamentaria va a ser muy complicada. Los socialistas, que además de ser superiores en votos tienen representación institucional diversa en Cataluña y son, no se olvide, al menos por ahora, la mayoría del Gobierno español, entre unas cosas y las otras van a poder ejercer una oposición muy considerable, no fanática, espero, pero considerable. Contundente. Y el recién llegado Vox la va a armar buena en cada una de las sesiones del Parlamento.

Vamos: que el Gobierno, sea el que sea, y agrupe a quien agrupe, lo va a tener difícil. Y por eso, Cataluña también. El debate político consecuente volverá a endiablarse alrededor de cuestiones irresolubles. Andando para atrás. Perdiendo el paso de la historia. Cataluña entrampada. ¡Un horror!