Por qué Ayuso no pide el estado de alarma

LA presidenta de la Comunidad de Madrid no puede ir contra sus propios actos ni contra los de su mentor, Pablo Casado: el estado de alarma es una “dictadura constitucional” según manifestó en su día el dirigente popular.

Y, naturalmente, que no es tal cosa. Toda exageración está siempre muy cerca de lo ridículo. Aunque es difícil superar el mayor ridículo que se ha demostrado estos días por el Ejecutivo de la Comunidad de Madrid.

Que un viceconsejero anuncie el confinamiento selectivo de la población madrileña, subrayando que la presidenta lo conocía y aprobaba, para horas después salir el consejero para desmentirlo vía plasma, solo se vio superado por la intervención del pintoresco consejero de Justicia acentuando lo obvio (la Comunidad no puede confinar) y aleccionando gramaticalmente el significado de tan maldita expresión equiparable a un encierro.

Ayuso no pide a Sanchez la declaración del estado de alarma porque es probable que no sepa que lo pueda hacer y que corresponde al presidente declararlo y responder ante el Congreso de los Diputados. Sin embargo, ha anunciado unas medidas cercenadoras de la libertad fundamental de circulación, del derecho de reunión y de la libertad de empresa en determinadas zonas de Madrid, que son claramente contrarias a la Constitución por adoptase así fuera del marco constitucional que posibilita esas restricciones: el estado de alarma.

Aún se está a tiempo de corregir este despropósito jurídico y político en la reunión que el próximo lunes celebrarán en la Puerta del Sol el presidente del Gobierno y la presidenta de la Comunidad de Madrid.