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¿Por qué sube el precio de la electricidad?

    A lo largo de esta semana se han sucedido varios récords en el registro del precio de la luz, superando ampliamente los 100 euros/MWh, algo que ha suscitado numerosas quejas por parte de los ciudadanos. Conviene aclarar primero que no todos los usuarios se ven afectados por el alza en el coste de la electricidad, ya que solo aquellos que están acogidos a la tarifa regulada sufren las consecuencias de las oscilaciones diarias del precio (algo menos del 40% total de los usuarios). Aun así, es necesario hacer el diagnóstico correcto para tratar de reducir nuestra factura eléctrica.

    A pesar de que suele ser un argumento común, la culpa de la subida del precio de la electricidad no es de la liberalización del mercado eléctrico, si es que eso se ha producido. El 75% de la factura eléctrica son impuestos y precios regulados, mientras que el restante 25% son costes de energía en el mercado diario y en el proceso de coordinación entre generación y demanda, y esa parte de la factura solo explica el 15% del alza de los precios producida desde 1998.

    Los dos motivos principales que explican el porqué de las subidas en el precio de la luz son que a lo largo del último año el coste del gas se ha multiplicado por 5 y el precio de las emisiones de CO2 se ha doblado. En cuanto al gas, se ha producido una coincidencia entre una baja cantidad de reservas con un aumento de la demanda. En relación con los derechos de emisión, es un coste político fijado desde Bruselas para incentivar la transición a fuentes de energía más limpias y la única manera de que se internalicen los costes de contaminación es pagar más por ellos.

    Una de las soluciones que se suele dar para rebajar la factura de la luz es acabar con el sistema marginalista que rige la fijación de los precios en el mercado mayorista. Es decir, todos los MWh se pagan al mismo precio, y si el gas es usado en la producción de la energía más cara, ese es el precio que acabamos pagando.

    Parece injusto, pero eso genera un doble incentivo, a saber, (1) los productores de las energías marginalistas tenderán a invertir en tecnologías más baratas para aumentar su margen (por ejemplo, aquellas que son más respetuosas con el medio ambiente para reducir los costes por derechos de emisiones); (2) con información asimétrica, los precios son menores ya que de lo contrario, si un productor declara costes excesivos se arriesga a no entrar en el pool que cubre la demanda con un coste de oportunidad muy elevado.

    Con el diagnóstico correcto pueden establecerse las soluciones adecuadas para rebajar el precio de la electricidad, y estas pasan por una reducción de los costes regulados (primas a renovables o los costes extra-peninsulares), y liberalizar la producción de energía para aprovechar las ventajas que ofrece el mercado marginalista.

    23 jul 2021 / 01:00
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