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Presidente del ‘sofagate’

    LA prensa internacional se ha recreado en el affaire du canapé y no es para menos. Charles Michel, azorado por la deriva de su falta de todo, ante el desplante de Erdogan a la presidenta de la Comisión, Úrsula von der Leyen, “doblemente apenado” según él, y con un retraso inaceptable para la opinión pública, ha intentado hacerse perdonar de algo más que una torpeza. Y ocurrió precisamente en un escenario en el que, la Unión Europea, tenía que dejar claro que el Estado de Derecho, tras el abandono por parte de Ankara de la Convención de Estambúl, no es negociable.

    La peripecia protocolaria, achacada ahora a la falta de diligencia de los servicios comunitarios, dejó a la intemperie mediática a la exministra de Defensa alemana, que finalmente prefirió la sustancia a las formas, pero subrayó, por medio de su portavoz, que en la Unión, las presidencias de Consejo y Comisión tienen el mismo rango. Parece haber dudas al respecto, pero sea como fuere, el papelón del señor Michel fue morrocotudo, dando por descontado que el turco no iba a salir al quite, bueno es él con sus ortodoxias.

    No han faltado quienes han querido ver en estos hechos una falta de galantería, lo que emana un tufillo rechazable. No hablamos de la misoginia habitual en ciertos contextos, sino de ausencia de inteligencia política, en la cual abundan algunos miembros del Consejo, al afirmar que la Comisión quiere aprovechar el incidente para poner en cuestión los Tratados.

    La verdad, sólo faltaban estos rifirrafes para evidenciar una vez más la debilidad de la UE en la escena internacional, ofreciendo a Erdogan una especie de victoria diplomática, cuando tenía que haber sido señalado por sus políticas, incompatibles con los deseos de Turquía de incorporarse a la Unión.

    Todavía no habíamos olvidado al comisario Borrell y su visita a Moscú, cuando ha sucedido que quien es competente para abordar las políticas comerciales y migratorias –Úrsula von der Leyen– resulta ninguneada.

    El mismísimo Draghi, circunspecto donde los haya, ha reaccionado ante lo que llama directamente “humillación”, aun a riesgo de ser calificado de “populista” por la diplomacia turca. En cualquier caso, la falta de unidad y coherencia en quienes están al frente de la UE minan su credibilidad como actor geopolítico relevante.

    21 abr 2021 / 01:00
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