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Progreso en el mundo

    MUCHAS personas se preguntan si el mundo va mejor y si por encima de contratiempos más o menos puntuales, realmente progresa. Por una parte, se contestaría afirmativamente. En efecto, la esperanza de vida de las personas aumenta y este aumento no solo se da en los países occidentales, sino también en África, Asia y Latinoamérica. También el porcentaje de la población mundial en pobreza extrema disminuye en las últimas décadas, aunque sigue habiendo cientos de millones de pobres.

    Otros aspectos como son los relacionados como la salud y la educación parece que también mejoran. El acceso a agua potable y al saneamiento de las poblaciones se extiende en África y Asia, así como la alfabetización.

    La concienciación de la necesidad de conservación del planeta sustituyendo políticas de crecimiento sin más, por otras en que la sustentabilidad es prioritaria cada vez son más palpables. Por otra parte, la revolución que significa el papel de la mujer en la sociedad y su liberación en tanto en cuanto de su consideración como servidora del hombre, ha cambiado la estructura social de la sociedad occidental y empieza a irrumpir con fuerza en otras culturas como las asiáticas, africanas y en el mundo occidental.

    La revolución tecnológica de las comunicaciones e información ha alterado profundamente a nuestra sociedad con beneficios y perjuicios, entre los primeros se encuentra una mejora notable en múltiples campos de la actividad humana como lo son la sanidad, educación, comercio, distribución, logística, investigación...

    Dicho todo esto, parecería que se debería concluir con un rotundo sí. Sin embargo, existen hoy muchas lacras como guerras, terrorismo, drogas, y muchas otras violencias. Si se pregunta si con este progreso se encuentran mejor consigo mismos los hombres y mujeres de este mundo, viendo más claramente el sentido de su vida, la respuesta ya no es tan clara.

    En nuestra sociedad abundan las personas que van deprisa de un lado a otros sin saber hacia donde se dirigen. No tienen tiempo de meditarlo. Incluso en las vacaciones se llenan de cometidos con una planificación detallada, para no dejar tiempo libre para no hacer nada. Las personas no son libres, están presas de sus prisas.

    A nuestra sociedad le falta sosiego. Un síntoma de la falta de sosiego, se visualiza en que parece cansada y fatigada. Su sí a la vida, aparece muy tenue. Quizás por eso, haya un descenso demográfico en Occidente, solo atenuado por los emigrantes.

    La revolución tecnológica ha cambiado la manera de relacionarse y de socialización de muchas personas, especialmente jóvenes, provocando una uniformización y una mengua notable en su personalidad y libertad.

    En España la media de atención a un móvil o un ordenador esta en casi 7 horas. No queda tiempo para madurar como persona. Ni en las familias ni en la escuela se enseña a liberarse de estas ataduras. La pregunta sobre si el mundo progresa se puede trasladar a otra pregunta ¿somos más libres?

    17 jun 2022 / 01:00
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