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¡Qué desastre!

    ÉRASE una vez un país en el que todas las cifras se maquillaban para disimular las imperfecciones de la realidad. Tanto era así que la gente se preguntaba: ¿Pero de verdad estamos tan mal? ¡No lo entiendo! Pues vamos a tratar de explicarlo...

    Está muy bien que nos enseñen la encuesta de población activa y nos digan que, según la misma, 3.719.000 personas se encuentran en paro en nuestro país. Bueno, no está muy bien. Lo que está es muy mal. Pero la pregunta que debemos hacernos es: ¿vale de mucho esa cifra? Porque la realidad es que, a mayores de lo que nos muestra el paro EPA, 755.000 personas más están sufriendo un expediente de regulación temporal de empleo que, dada su dilatación en el tiempo, apunta a permanente. Que 350.000 autónomos han cesado su actividad. Y que 933.000 personas salen a buscar trabajo cada día sin que se les compute tampoco en los registros de la EPA.

    ¡Esa, poco más o menos, es la radiografía de la realidad! ¡5.757.000 personas en edad de trabajar que cada mañana se levantan en España sin tener un sitio al que ir a currar! ¿Es o no es un drama si tenemos en cuenta los 29.000.000 de personas en edad de trabajar que somos en España? ¡Un 20 por ciento! ¡Uno de cada cinco! Pero, sigamos...

    Está muy bien que le echemos la culpa de todo lo que está pasando al coronavirus. Y en parte la tiene. Pero una caída del 11 % en el PIB, la mayor sucedida nunca en períodos de paz desde que existen datos en la serie histórica, además de causas coyunturales debe tener algo de estructural, ¿no creen? Y es que se han colapsado todos los catalizadores de nuestra economía. El consumo ha caído un 8,5 %. Y con él las ventas. Y con ellas caerá aún más el empleo.

    E igual efecto provocará la desincentivación de la inversión privada, que ha decrecido un 14 %, y la merma de las exportaciones, que alcanza ya el 12 %. Pintan bastos, amigas y amigos míos. Y no parece que haya nadie a la cabeza de nuestra economía capaz de revertir esta tendencia. Más bien todo lo contrario.

    Porque mientras nuestros vecinos italianos, por ejemplo, deciden poner en manos de Mario Draghi y de un comité de técnicos con experiencia la suerte de su país, nosotros seguimos tirando de San Gasto Público y endeudándonos hasta las trancas. Eso sí: con una abogada al frente del Ministerio de Sanidad, un groupie al frente de la política territorial del Estado y una ministra de Industria, Comercio y Turismo que ya apela a salvar la Semana Santa. Tranquiliza, ¿verdad?

    “¡Salimos más fuertes!”, decía el oráculo en junio. No sé de dónde. ¡Qué desastre!

    04 feb 2021 / 01:01
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