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¿Qué pasa con los youtubers?

    SI los babyboomers querían ser ingenieros y abogados, los nacidos a fin de siglo, artistas y directores de cine, los niños de hoy quieren ser famosos. Seguro que los que tenemos hijos adolescentes conocemos el nombre de alguno de los youtuber o influencer, que cada día irrumpen en nuestras casas desde las pantallas de los móviles.

    Los youtubers son tipos con talento que dedican muchas horas a producir contenido audiovisual de calidad que entusiasma a millones de internautas. No sin esfuerzo y con mucha resistencia por mi parte, mi hija me ha convencido de que lo que hacen es un trabajo y que como tal merece ser respetado. Y tal vez sea así, porque estos profesionales sí que demuestran capacidad para hacer lo que todo el mundo hace, pero recibiendo mucho dinero por ello.

    No es una frivolidad o una estupidez, sino una genialidad de quien tiene creatividad y talento. Porque no creo que Play Station pague 50.000 € al tal Rubius por jugar al FIFA 21 en directo treinta minutos sino fuese porque el retorno económico y reputacional que obtendrá es mucho mayor de lo invertido.

    Antes el líder de opinión, tenía credibilidad por destacar en su profesión y recurría a los grandes medios de comunicación para difundir su mensaje e intentar influir en la sociedad. La llegada de los blogs y las redes sociales, han trastocado este contexto. Ahora los nuevos líderes de opinión (diversos perfiles que incluyen YouTubers, influencers y estrellas de Twitter), apenas tienen 30 años y desde su habitación, sin necesidad de recurrir a los grandes medios de comunicación, acumulan una verdadera legión de comprometidos seguidores que les siguen devotamente. Su secreto, una extraordinaria capacidad de comunicación y movilización.

    Precisamente es en esto donde, a mi juicio, radica la importancia de la polémica surgida por la emigración económica del Rubius y otros youtubers a Andorra. Sin entrar a valorar la justicia de que el Estado pueda quedarse casi con la mitad de lo que gana una persona, el interesado justifica su decisión en el hecho de que debe existir una relación equilibrada entre este y los ciudadanos, que de romperse le legitima, en pleno uso de su libertad, a tomar las decisiones que considere apropiadas. Como explicación sirve, pero me genera una duda, ¿cuál es y quien fija ese equilibrio?, pero bueno este debate no toca hoy.

    Lo verdaderamente interesante es que la justificación del youtuber va a permear a las nuevas generaciones, lo que seguramente los llevará a poner en tela de juicio el sistema fiscal reivindicado por los estatistas económicos. Por eso, han acudido en tropel los dirigentes podemitas y sus socios mediáticos, a acusarle de defraudador insolidario. Hará falta otra pedagogía, porque los jóvenes a la hora de elegir entre el criterio de los youtubers y el de estos, lo tendrán claro.

    11 feb 2021 / 01:00
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