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Qué pena de tiempo perdido

    ME parece que el BNG ha culminado inteligentemente su último congreso. Ahora tiene una buena oportunidad y ha decidido aprovecharla. A eso me refiero.

    Porque es manifestación de inteligencia que un partido político democrático, es decir, que busca toda su fuerza en la representación electoral, no adopte de antemano, como vino haciendo el BNG hasta ahora, una posición auto limitativa de su propio electorado potencial. Como si no quisiera pedirle el voto a cualquiera.

    Ahora el BNG ha dicho que de condiciones identitarias previas nada de nada, que va a por todos los electores que estén dispuestos, modificando incluso, si fuese necesario, sus propias señas originales.

    Eso, al menos, es lo que yo entiendo cuando le oigo decir que ya no es independentista, que casi tampoco nacionalista, que quizá puede que sí sea soberanista, que yo no se exactamente lo que viene siendo ni en qué se diferencia esto de lo otro.

    Lo que entiendo es que viene a querer decir que no le dé usted demasiadas vueltas al asunto, que no es cosa de matices, que basta con proclamarse gallego de fe y lealtad. Punto: usted puede ser de los nuestros.

    No es cosa nueva: en realidad esa superación de matices es la que pretendían los desde siempre llamados galleguistas, que quisieron levantar un edificio político en el que cupiesen –cupiésemos, puedo decir– sino todos, muchos.

    Una mayoría cultural y social, y electoral, claro, cuando se entraba en política, que ningún líder ni clase social había podido alcanzarle al país nunca con banderías.

    Y así, en el galleguismo cabían los nacionalistas, los federalistas, hasta los regionalistas y, en general, todos los que estuviesen de acuerdo en remarcar la identidad política de Galicia, sin necesidad de desmarcarse de España ni de Europa.

    La historia, como saben, no fue cariñosa con esta alternativa. Y el propio BNG, antes, tampoco fue en absoluto respetuoso con ella. Al contrario: la descalificó cuanto pudo, incluso con radicalismo y vehemencia. Y se mantuvo ajeno a todos los compromisos políticos en los que los galleguistas intentaban rehacer su presencia. Recuerden que el BNG no estuvo presente en la conquista de la Constitución, ni en la del Estatuto de Autonomía –“Estatuto nunca máis; bases constitucionais”, ¿recuerdan?–, echando a perder el tiempo de reconquista del propio país, en democracia y en torno a una galleguidad integradora.

    Pero, oigan, nuca es tarde si la dicha es buena. Y quizá sea una dicha que el BNG vaya entrando en razón. ¡Pena del tiempo perdido!, eso sí.

    11 nov 2021 / 01:00
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