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Quieren impunidad

    No faltará quien diga que Podemos acaba pareciéndose a los demás partidos, ahora que un juez indaga en su caja fuerte. Pero no es así. En situaciones parecidas aquellas formaciones que tanto repugnaban a Pablo Iglesias hicieron dos cosas que él no hace. La primera es mostrar respeto público por las actuaciones judiciales, aunque en privado hagan vudú con la efigie del magistrado “entrometido”.

    Tanto socialistas como populares, con todos sus defectos y miserias, pertenecen a una cultura política que exige esta reacción democrática. Tal vez una parte de su militancia más rancia interprete las investigaciones que señalan a la sigla como un complot, pero sus dirigentes saben que el grueso de sus electores no toleraría una rebelión contra la división de poderes.

    La segunda respuesta automática de los partidos que Podemos llamó “dinásticos”, consiste en apartar prudentemente a los implicados del escenario. En más de una ocasión esas medidas profilácticas se adoptan a sabiendas de que son desmesuradas y pueden arruinar la carrera política de gente honesta. En Galicia, tras aquella marea de investigaciones, imputaciones y sumarios eternamente abiertos, han quedado varados en el olvido numerosos políticos que no pueden invocar, como en otras situaciones, un lucro cesante y retornar al cargo que abandonaron. Recordemos la importancia que tuvieron en aquellos linchamientos políticos los activistas de Podemos o movimientos afines al partido, que entonces alababan a la Justicia. En el debate televisivo de los candidatos a la presidencia de la Xunta el representante de la sucursal de Pablo Iglesias desgranó los casos de corrupción, citando incluso los que acabaron archivados o absueltos.

    Ahora resulta que la misma Justicia que jaleaban desde la calle forma parte de un contubernio contra ellos porque se atreve, qué osadía, a investigarlos. Nadie muestra respeto ahora por la actuación judicial, sino que se ataca al juez y se presenta el caso como una maquinación de Vox, heredero al parecer de los judíos y masones que tanto citaba el dictador. Su respuesta también difiere de los “partidos del 78” (otra denominación peyorativa usada por lo populistas), en que los señalados por el juez no son puestos a remojo de forma preventiva, sino reivindicados como mártires del sistema, el mismo en el que la formación posee vicepresidencia y ministerios. Es una actitud propia de un clan casi familiar que ya hace tiempo que funciona al margen de cualquier vínculo con sus círculos de inscritos. ¿Acaso celebrarán algún referéndum entre sus bases para decidir la postura a tomar?

    Respetemos la presunción de inocencia que Pablo Iglesias y los suyos no han dejado de pisotear con el fin de anticipar condenas que finalmente no se dictaron. La financiación irregular se demostrará o no pero ya ha quedado a la vista que los dirigentes de la formación pertenecen a una cultura política donde la división de poderes no significa nada. Adoptan privilegios que van más allá de la inviolabilidad o inmunidad, para convertirse en impunidad tras un viaje vertiginoso que empezó recogiendo de las calles las banderas de la indignación. Admitamos que la farsa fue rentable.

    14 ago 2020 / 00:15
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