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Quinientos años

    LOS jesuitas celebran este año los quinientos años de la conversión de San Ignacio, su fundador. Precisamente en ese mismo año fue la condena de Lutero y con ello el inicio de la reforma protestante. Lutero así como Ignacio, Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz canalizan e impulsan en aquel tiempo el ansia y la necesidad de una renovación espiritual.

    Hoy en día frente a una atonía del mundo oficial cristiano occidental hay signos de que también se busca un renacer espiritual, búsqueda que a veces se canaliza por diferentes formas de humanismo y meditación que dentro de la misma Iglesia son fomentados y potenciados por las actitudes del papa Francisco que como dice él, abren procesos cuyas consecuencias se irán viendo con el paso del tiempo

    Es increíble la influencia y a todos los procesos que dio lugar un hombre insignificante y más bien poco ilustrado, al menos en su inicio, como San Ignacio. Generalmente se suele poner la atención en las universidades y colegios de los jesuitas, así como los numerosos científicos, pensadores, literatos, teólogos o exploradores para indicar su influencia en el progreso de las personas a lo largo de la historia.

    Así se recuerda por ejemplo al astrónomo Ricci, no solo para enseñar en China la astronomía occidental existente en aquel tiempo sino para construir una verdadera administración para todo su territorio, y lo mismo que él se puede citar a muchos otros. Sin embargo, no es menos importante su papel al lado de los pobres y más desfavorecidos, así como en la influencia en la creación de varias órdenes religiosas femeninas inspiradas en su espiritualidad.

    Los mismos primeros seguidores de San Ignacio ya se preocuparon de las prostitutas de Roma, de su cuidado y educación. En Latinoamérica lucharon contra el tráfico de esclavos negros, como lo hizo el mallorquín San Pedro Claver en Cartagena y protegieron a las tribus indias de la explotación española y portuguesa en las reducciones jesuíticas, concepción creativa de pequeños Estados. Desgraciadamente fueron masacrados conjuntamente con las tribus indias, como se narra en la película La Misión.

    En tiempos más cercanos, en el siglo XX, muchos de ellos pagaron con su vida sus trabajos por la justicia y la paz, como lo fueron Rutilio Grande o Ellacuría y sus compañeros. El padre Arrupe fundó el servicio de refugiados jesuítico, dándole prioridad en la labor de la orden. El servicio hoy en día ayuda a 16 millones de desplazados y emigrantes en Asia, África y América, dándoles sobre todo educación como una manera efectiva de superación e integración. Tanto en África como en Latinoamérica implantan escuelas para dar educación a quién no podría tener acceso a ella, bajo la organización Fe y Alegría, que en España se conoce como Entreculturas

    En unos tiempos de búsqueda y cierta necesidad de espiritualidad, los jesuitas desde diversos enfoques acompañan en esta inquietud. Nombres como el antropólogo francés Teilhard de Chardin, el cardenal italiano Martini, el indio Tony de Melo, el teólogo alemán Karl Rhaner, el español Arrupe, el húngaro Franz Jalics o el mismo papa Francisco acercan y conectan el mensaje de Jesús a la cultura y tiempos actuales de una manera sencilla y al mismo tiempo profunda y por ello sus libros son apreciados y solicitados.

    28 may 2021 / 01:00
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