Santiago
+15° C
Actualizado
sábado, 10 febrero 2024
18:07
h
Reseña Musical

Quinteto de metales de la Banda Municipal, en el Centro Cultural de Sta Marta

    Dentro del “Ciclo de Outuno” y en las visitas a Centros Socio Culturais, turno para Sta Marta- mañana a las 19´00 h-, en el que serán protagonistas el quinteto de metales que integran Jesús Iglesias- primer trompeta-, Alberto X. Busto- segundo trompeta-, Javier González- trompa-, Daniel Portas- trombón y J.L. Vázquez, tuba, miembros de la Banda Municipal, a la que dirigirá Casiano Mouriño Maqueira y como curiosidad en el encabezado, un ramillete de “Renaissense Dances”, convenientemente adaptadas un tratamiento distinto, porque las obras de un músico de esta época, figuran habitualmente en las interpretaciones y recopilaciones de formaciones dedicadas a las llamadas músicas antiguas. Tylman Susato (1500?- 1561/4)- las dudas biográficas quedan abiertas-, que así se llama el autor, había sido trompetista de la Catedral de Amberes, llegando a ser ministril de la ciudad. Fue un prestigiado editor, tras haber fracasado en el intento con otros profesionales como Henry ter Bruggen y Willen Van Vissenaeken. Realizó unas 57 recopilaciones de música entre los géneros más diversos, desde lo sacro, a las canciones, con un total de 14 libros. En su mayoría se dedicarán a maestros franco-flamencos, en forma de antologías recibidas con gran aceptación. Fue el primer impresor importante de la música en Flandes y el abanderado en defender la obra de Orlando di Lasso, que editará su hijo y sucesor. En la actualidad, bastantes de las obras recopiladas, se escuchan con frecuencia en recitales.

    Breves piezas tomadas en préstamo de Scott Joplin, una tentación irresistible por el juego que dan, en concreto las que se manejan en las formas de los estilos del “ragtime”, esa tendencia a recuperarlas cada poco tiempo, es una respuesta a la buena acogida por parte de los aficionados. Joplin, de joven, había estudiado con un profesor alemán, poco antes de dejarse llevar por una vida itinerante entre salones u lugares de ocio. A partir de 1895, interpretará sus propias composiciones, marcando un cuño que las convertirá en fácilmente reconocibles, de hecho, vemos el uso que de ellas hizo el cine. El primer recopilatorio de interés, fue “Original rag”, publicado al año siguiente, y a la altura de 1903, compuso su ópera “A Guest og Honor”, que lamentablemente ha desaparecido. Las orquestaciones de los “rags” de Joplin, tienen un modelo de referencia en el registro “Red Back Book” y que con gran fortuna, sabrá recuperar un insigne dela musicología en el jazz, el Sr Gunther Schuller, autor de imprescindibles tratados y compendios de obligada consulta entre los buceadores de datos de primera mano.

    “Te Beatles” , en otra selección, aunque siempre será difícil tomar las piezas que den en el clavo, ya que no dejan de mantener su valor testimonial de varias generaciones. Inabarcables son las biografías que puedan valernos para el caso, bastará con una de las más fiables, “South!” (Gritad!), que firmaba Philip Norman y que con suerte, podrá estar disponible. “Ultramar” la publicó a comienzos de los ochenta y efectivamente, no deja de ser jugosa por su contenido. En una de sus páginas comentará: “La música pop había adquirido carta de legitimidad y no solo en el aspecto social. A finales de diciembre de 1963, se estrenó un ballet “Mods&Rockets”, con música de Lennon-McCartney. El “Times” publicó un artículo firmado por su crítico de música “seria”, William Mann,que declaraba a Lennon y McCartey, como los compositores ingleses más destacados de 1963, por determinadas cualidades de las que ellos, con toda seguridad eran conscientes”. Por reafirmarse, se basaba en unos cuantos detalles técnicos dignos de apreciarse.

    Jacques Offenbach y el “Can-can”, el espíritu del Segundo Imperio y sus cortesanas, que ocupaban una posición tan destacada porque el dinero ganado en la Bolsa, las necesitaba. Ese dinero, como cualquier ganancia en el juego, “quemaba” y requería ser disfrutando inmediatamente; ellas, las cortesanas, eran un medio de disfrute de primer rango y desplegando un lujo estrafalario, se encargaban de que el dinero no ardiera en manos de los jugadores. En una época de fiebre especuladora, las cortesanas representaban el artículo más demandado por el consumidor en el mercado del amor, Y si sangraban sin escrúpulos el bolsillo de sus compradores para luego dejarles plantados, no actuaban tanto por falta de sensibilidad como por la fuerte influencia del despiadado espejismo del alza y la baja. Criaturas del dinero, se orientaban por las particularidades que éste desplegara en cada ocasión. Lo íntimamente que estaban conchabadas con él se desprende también de que no era raro verlas ejercer como agentes de los financieros y, a cambio de una participación de los beneficios, hacían propaganda en su círculo de amistades de determinadas operaciones bursátiles.

    John Philip Sousa con “The Washington Post”, director de banda por definición y un asiduo por ley, siendo por derecho el más celebrado director de bandas a los largo de décadas. Bandas y charangas, que todo cabe en el mismo saco y el reflujo con respecto al “ragtime”, quedará como otra evidencia. Históricas serán las grabaciones en antiguos acetatos registradas entre 1897 y 1912. Estamos pues en los fidedignos orígenes del género en amplio espectro, con claros ancestros en las músicas afroamericanas. También tuvo buen trato con compositores especializados, como era el músico Arthur Pryor, que fue además su trombonista solista y director adjunto, añádanse nombres como los de Will Marion Cook, Kerry Williams y otros que poco tenían en común con su estilo característico. Decir Sousa, es pensar en estos estilos de marchas de paso fácil y contagioso.

    Manuel Penella, el valenciano apunta a “El gato montés”, un trabajo a medias con el libretista y amigo de sus viajes por las Américas Felipe Sassone, con el que había logrado ya un éxito importantes como “La muñeca del amor”, estrenada en el Gran Teatro de Madrid. El ambiente andaluz que había palpado en el año 1916, tuvo como fruto “El Gato montés”. El libreto de su amigo quedó inconcluso pro su fallecimiento, por lo que se vio obligado a completarlo. Ya desde el estreno, será uno de sus trabajos más relevantes. Había subido a escena en el Teatro Principal de Valencia el mismo año, no solo por la popularidad de su famoso pasodoble, siempre elegido para verbenas y festejos, a lo que se añadirá el tratamiento musical en su conjunto, en el que el autor demuestra sus dotes dramáticas. El estreno en el Gran Teatre del Liceu, de Barcelona, en 1917, fue la definitiva ratificación y en Nueva York, reverdecerá laureles en el Park Theatre, en 1920.

    18 nov 2020 / 00:00
    • Ver comentarios
    Noticia marcada para leer más tarde en Tu Correo Gallego
    Tema marcado como favorito