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Recado del G-8 en Santiago

    LA plácida cumbre en Compostela de las ocho comunidades de la mitad oeste causó sorpresa en los ambientes políticos hoy dominantes, caracterizados por el enfrentamiento. Transcurrió con absoluta normalidad. Durante las semanas previas al encuentro hubo intentos para que fracasara. Moncloa y Ferraz vanamente trataron de hacerla descarrilar. La prioridad de Sánchez, en su largo trienio gobernante, está en la otra mitad de España, la más rica, poblada y poderosa.

    Pero no debiera desdeñar la aportación del humilde occidente. Las autonomías que se dieron cita en al capital gallega suman un cuarto de la población, pero ocupan más de la mitad del territorio y ostentan casi un tercio de la representación política: 114 diputados, el 32,5 por ciento del Congreso.

    En el documento suscrito por los presidentes se recogen 35 puntos en los que se proponen medidas, algunas concretas y otras más genéricas, para afrontar las necesidades del presente y futuro, con perspectiva amplia y el objetivo de evitar enfrentamientos con otros territorios.

    Hay consenso generalizado en abordar el problema de la despoblación, y para ello son precisas medidas urgentes. El Gobierno se comprometió a presentar en los próximos días el nuevo modelo de financiación autonómica. Veremos si cumple en los plazos y en qué consiste. El foro celebrado en Santiago debiera servir como modelo de funcionamiento político, pues no solo diagnostica los males del sistema actual sino que es lo suficientemente abierto como para que se integren propuestas de otros territorios y sensibilidades políticas.

    En cualquier caso, hemos de ser cautos. La presencia mayoritaria de presidentes socialistas, en una convocatoria realizada por Feijóo, en la que no faltó ninguno de los citados, es un toque de atención a Sánchez. El temor a que las cada vez más estrechas relaciones de este con los independentistas catalanes y vascos pudiera tener consecuencias nefastas para sus aspiraciones en las primeras elecciones que figuran en el calendario, las autonómicas, a tan solo año y medio vista, es motivo de peso para creer que esta vez van en serio. Vamos, que no van de farol y antepondrán los intereses de sus conciudadanos a los del presidente.

    El G-8 autonómico en Santiago provocará también otros efectos colaterales positivos. Además de Galicia, los territorios de las autonomías participantes son protagonistas destacadas en el fenómeno de las peregrinaciones. Diríamos que el espíritu de concordia con que se desarrolló el cónclave se inspiró en los valores xacobeos. De ahí el acierto del lema: Camino de consenso.

    Y además del espíritu, con efectos sobre la economía. Porque para atender a las necesidades materiales de las personas no bastan los recursos públicos. La ruta jacobea es fuente de financiación privada. No solo por obra y gracia de los peregrinos, sino por la buena imagen que de Galicia se proyecta al exterior, de la que se beneficia el resto de España.

    Esperemos que el presidente haya tomado nota. No solo de los 35 puntos del documento, que también, sino de la importancia del fenómeno xacobeo como plataforma para sostener e impulsar el Estado de bienestar, del que tanto habla. Hágale más caso a Lambán y a Page que a las gallegas Calviño y Díaz. Miren como está Alcoa.

    25 nov 2021 / 01:00
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