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Reduflación

    HACE unos años, tomando un aperitivo en las Ramblas de Barcelona con un conocido restaurador de origen gallego afincado en la Ciudad Condal, este me contó, entre sonrisas, una historia...

    “Cuando llegué a Cataluña –me relató con nostalgia– no era fácil abrirse camino en el sector de la hostelería para alguien que venía de provincias. La gran ciudad te comía si no estabas atento. Los alquileres eran caros, los costes considerables y los beneficios exiguos. Para sobrevivir, uno tenía que tirar de picaresca. ¿Sabes cómo hice mis primeros duros y cómo gané mis primeros beneficios?” –me preguntó mirándome a los ojos con cierta sorna. Me encogí de hombros. “A costa de los turistas”, me respondió. Y prosiguió la historia...

    “Si algo tenía Barcelona por aquellos años, eran cruceristas que llegaban al puerto por oleadas y paseaban por las Ramblas con ganas de ver mucho y gastar poco. Para ellos, “el bocadillo” era el chocolate del moro. Lo malo era que el producto no dejaba mucho beneficio. A base de observar –continuó diciendo– me percaté de algo. Mientras el turista caminaba embobado deleitándose con la belleza de la ciudad, comía con cierta rutina y no reparaba mucho en aquel trozo de pan enriquecido. Hasta bien avanzada la Rambla, nunca se paraba. Y cuando al fin lo hacía, al final de la Rambla de Caputxins, ya se encontraba a casi medio kilómetro de mi bar. Así que pensé: Si abro la barra de pan al medio, relleno con tres lonchas de fiambre la primera mitad del bocadillo y cubro cuidadosamente con papel la otra mitad, me ahorro casi el cincuenta por ciento de la materia prima y me aseguro que cubran el primer tramo de las Ramblas sin percatarse de mi estrategia. ¿Quién va a volver quinientos metros después a reclamar tres lonchas más de fiambre que, por poder, hasta se le podían haber caído por el camino?”.

    Hasta escuchar aquel día aquella historia, a pesar de haber estudiado economía, nunca había tomado conciencia de lo que significaba ese término hoy tan repetido que se llama reduflación.

    La reduflación es una estrategia que busca ahorrar costes y que acostumbra a expandirse cuando los beneficios se hacen peligrar por un crecimiento desorbitado de los gastos del empresario. No se trata de una subida (inflación) o una bajada (deflación) de precios motivada por un desequilibrio de la oferta o la demanda. La reduflación nos está indicando un agotamiento del sistema que exige medidas rápidas.

    15 sep 2022 / 01:00
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