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Relaciones EE.UU. vs. UE

    LA Unión Europea ha estado muy pendiente de las elecciones en el gigante norteamericano, porque lo que ocurre allí repercute aquí. Sería bueno que la UE fuese capaz de caminar sola; pero eso, hoy por hoy, no es viable. La falta de unidad entre los socios europeos en materia económica, sanitaria, e incluso política, la convierte en un ente endeble, sin la necesaria identidad, consistencia o coherencia que la capacite para negociar de igual a igual con Estados Unidos.

    El perfil del inquilino del Despacho Oval influye a nivel económico, político y, hoy día, incluso sanitario en Europa; y más en un momento en el que Bruselas está negociando con Londres el Brexit. En este ámbito, sería deseable que Joe Biden adoptase una actitud más ecuánime para con la UE, que minimizase las expectativas de Reino Unido y le obligase a renegociar. No en vano, Donald Trump constituye un claro apoyo a la actitud desafiante de Boris Johnson. Por otro lado está el Acuerdo Transatlántico para el Comercio y la Inversión (TTIP). Bajo el mandato de Trump apenas ha avanzado; y quizá con Biden pudiese tomar un nuevo impulso. Aun así, no olvidemos que ya en la era Obama ambas partes marcaron líneas infranqueables (también por parte de Hollande y de la propia Merkel).

    Es hora de retomar la Ronda 15 de negociaciones, que sería beneficiosa para ambos contextos teniendo en cuenta que conjuntamente constituimos el 44% del PIB mundial y abarcamos un 33% del comercio global. La UE es el principal inversor en EE.UU, el segundo proveedor de bienes tras China, y el segundo destino de sus exportaciones. Y es que, además, la economía estadounidense depende mucho del exterior, y también lo hacen sus consumidores, independientemente de que la recuperación de su PIB en ‘V’ haga que allí la pandemia impacte menos que en Europa.

    Es cierto que los aranceles al aluminio y al acero impuestos por EE.UU. en 2017 nos afectaron mucho, y que nuestra automoción se ve perjudicada desde el inicio de las negociaciones del TTIP, pero también la respuesta de la UE con aranceles a sus prendas vaqueras y su whisky impactaron allí. Y lo mismo ha ocurrido tras la guerra entre Boeing y Airbus desde 2019 tras las sentencias de la OMC. Los aranceles a nuestro queso, vino, aceite, aceitunas y derivados del porcino tendrán respuesta europea penalizando sus congelados, licores y maquinaria tractora.

    Por eso los 6.500 millones de euros en pérdidas asumidas por la UE (unos 800 millones en España) tienen una repercusión también negativa en EE.UU., cuyos consumidores tendrán que pagar más por los productos europeos, cuyas exportaciones se verían muy afectadas, y cuyo sector agrícola podría sufrir una caída sin precedentes. De ahí el sinsentido tanto del aislacionismo mostrado por Trump (“America First”), como del proteccionismo que anuncia Biden (“Made in America”) hacia sus productos y empresas a través de relocalizaciones, subsidios domésticos y mantenimiento de aranceles. Ojalá regrese una actitud comercial más justa, y una mayor flexibilidad negociadora.

    09 nov 2020 / 00:00
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