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Rentabilidad de las pistolas

    DESDE una perspectiva táctica, la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado no es más –y no es poco– que lograr el balón con la carga de oxígeno suficiente como para transitar cómodamente un año de gobernanza e incluso más allá, desde la permisividad que a todo Ejecutivo otorga la posibilidad de prórroga de las cuentas generales. Pero el rechazo a las enmiendas a la totalidad acaecida la pasada semana y la consiguiente tramitación parlamentaria de los PGE tiene, en la actual coyuntura política, una lectura mucho más trascendente, estratégica.

    Supone, en primer lugar, para el actual Ejecutivo superar su debilidad parlamentaria al conformarse lo que se ha calificado ya como una “mayoría de Gobierno” –Pablo Iglesias dixit–, como garante de esa buscada continuidad. Pero representa también la apuesta de Pedro Sánchez por la opción nacional-populista frente a la alternativa que Ciudadanos le aportaba con su apoyo. Que la elección haya ido por la opción más radical marca la predilección de Sánchez por el ya trillado camino de la confrontación y el extremismo ideológicos frente a la alternativa que se le brindaba de una opción constitucionalista, inclusiva.

    La elección por el radicalismo y el cuestionamiento constitucional se ha visto engrosada, además, por la negociación y apoyo conseguido de Bildu, lo que supone traspasar la última de las líneas rojas que quedaban a un Gobierno hecho a la medida de la ambición incontenida y relativismo moral de quien lo preside.

    Porque en el capcioso intento de equiparar, desde los polos antagónicos, los fanatismos de Bildu y de Vox, hay la insuperable diferencia de quien, como Vox, se muestra fiel al acatamiento de la Constitución, que quiere cambiar desde la legitimidad de la propia ley, frente a un partido que además de intentar derrocar el sistema – “Vamos a Madrid a tumbar definitivamente ese régimen”, en palabras del diputado Alaitz Rodríguez– sigue asentando su pretendida legitimidad en la rentabilidad de una banda terrorista a la que sigue sin condenar y de unos presos cuya puesta en libertad se homenajea como el triunfo de las pistolas –la más evidente muestra del no arrepentimiento, justo la única acción capaz de legitimar su concurrencia política–.

    Que su voto fuera, además, irrelevante en el resultado final acrecienta la absoluta falta de principios ético-políticos del Gobierno social-comunista al otorgarle a los bilduetarras el argumento definitivo de la rentabilidad política del tiro en la nuca.

    Conscientes de ese copernicano giro que la negociación con Bildu ha supuesto y que acabará definitivamente con el socialismo después de Sánchez, los militantes históricos de la formación se escandalizan de esta vuelta al pre-Suresnes, con el comunismo en plena efervescencia gubernamental y la inmoral claudicación que supone integrar en esa mayoría de Gobierno a los herederos de los asesinos de tantos compañeros de partido.

    Pero llegan tarde y sin recursos. En el cerril seguimiento de la alocada y ambiciosa marcha de su líder, despojaron al PSOE de los tradicionales elementos de control y decisión internos, lo que imposibilita todo intento de corrección de rumbo en este Sánchez-socialismo. Solo el PNV, ninguneado en favor de Bildu en su siempre interesada praxis política, podría dificultar la aprobación definitiva de unos PGE que supondrán el definitivo y radical asentamiento del Gobierno nacional-populista de Sánchez, Iglesias, Rufián y Otegui. Lo mejor de cada casa.

    16 nov 2020 / 00:00
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