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Rufián nos quiere gobernar

Inventarse un enemigo ajeno o exterior para tapar las incapacidades propias es un mecanismo de defensa bien conocido y de uso prominente en la política de bajo nivel. En la catalana, se ha convertido en práctica sistémica. Desde Pujol, o antes, el victimismo es una constante, con buenos resultados, hay que reconocer, y que ahora continúan sus sucesores. La mala gestión en la Generalitat se tapa con acusaciones a España –nos roba– y en particular a Madrid, justo cuando esta comunidad supera en riqueza a la más extensa y poblada Cataluña. También en vísperas de una elecciones, en las que la madrileñofobia es la mejor baza de campaña.

Pues bien, en este contexto entró en escena el máximo exponente de ERC en Madrid, dictando normas impositivas para cualquiera que no sea catalán. Del asunto, como dice la copla de los tiempos de la regente María Cristina, debemos advertir a Sánchez, a que podrían sonrojarle cantándole lo que al amante de la regente : “Rufián me quiere gobernar/ y yo le sigo, le sigo la corriente/porque no quiero que diga la gente/ que Rufián me quiere gobernar”.

Vano intento, todo el mundo sabe que el independentismo catalán, y también el vasco, quiere influir directamente en la política española, no para mejorarla sino en este caso con intención de provocar el enfrentamiento del Gobierno central con los autonómicos y de estos entre sí, según su color político, con el objetivo final de alcanzar la independencia.

La estrategia coincide con la de Bildu, con la colaboración a lo tonto útil de Podemos y la complacencia presidencial, cuya prioridad no son los presupuestos en su esencia sino que formalmente se aprueben para mantenerse en el poder. Bueno, también Iglesias los necesita por el mismo motivo.

No estoy en desacuerdo con la armonización impositiva, si afecta a todos, vascos y navarros incluidos, pero salvando el principio legal de responsabilidad fiscal de las administraciones autonómicas y locales. Pero jamás porque lo imponga cualquier Rufián de la vida. El asunto debe abordarse en primer lugar en los parlamentos autonómicos, después en el Consejo de Política Fiscal y Financiera y nunca antes de superar la pandemia. Lo primero es lo primero.

A prioridade non é hoxe o paritorio de Verín

SOSTIÑA Andreotti, o político que durante medio século protagonizou a vida pública italiana, sempre desde a cumio, que desgasta máis estar na oposición que no goberno. Ás veces si, sobre todo cando se confunden as prioridades ou se incorre en contradicións. Errar o tiro non só supón desviarse do obxectivo senón que o rebote do proxectil pode volverse en contra. En boa medida foi o que lles sucedeu no mes de xullo en Galicia a Pontón e sobre todo a Caballero, coa súa abraiante petición de atrasar as eleccións ao outono. Tampouco se entende agora a proposta de confinamento domiciliario e ao mesmo tempo reclamar a relaxación de medidas na hostalería. Pero o maior paradoxo dos últimos días é que nestes momentos tan críticos pola pandemia volvan traer a primeiro plano o asunto superado do paritorio de Verín, co gallo da apertura dun expediente a un médico tras a denuncia dunha médica, por considerar que se trata dunha purga do galeno. É de libro que calquera denuncia ha de investigarse, e máis se afecta á saúde das persoas. Lémbrame o caso da enfermeira de Becerreá e o ébola. O sacrificio do seu can Excálibur, a única vítima, xerou grandes protestas e peticións de dimisión, mesmo do Goberno de España. País!, exclamaría Forges.

Diego Armando Maradona: la persona y el personaje

QUE me lapiden si entiendo tal suma de elogios, panegíricos y toda clase de alabanzas dedicados a Maradona, salvo que tanto ditirambo exagerado tenga que ver con su significado original: composición poética en loor de Dioniso, dios griego de la fertilidad y del vino, el Baco romano, aunque todo lo referido al fenómeno maradoniano, sepelio incluido, sea prosaico a rabiar, aderezado de fuerte olor a macho. Si se pudiera distinguir entre persona y personaje, Diego Armando merece el máximo respeto, y más después de muerto. El que esté libre de pecado que tire la primera piedra. Pero el mito creado, condición ajena a sus capacidades personales y seguramente a su voluntad, representa lo contrario a los valores de nuestro tiempo. Su habilidad con la pelota, que nadie discute, no le habilita para hacer trampas en su profesión, y menos si esta es un deporte con millones de jóvenes como espectadores. Lo más sorprendente del personaje es que su leyenda se acrecentó gracias a comportamientos que generan máxima repugnancia social, como las agresiones machistas, que la fama o las drogas no justifican. Maradona falleció el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres. ¿El azar o la mano de Dios? En paz descanse Diego.

29 nov 2020 / 00:00
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