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Rusia en Cataluña

    LA prensa se ha hecho eco de las relaciones diplomáticas extraoficiales entre el Gobierno catalán y altos cargos del entorno del Kremlin. Y aunque los contactos entre Cataluña y Rusia en materia política, económica y de seguridad a estas alturas nadie los pone en duda, podrían sorprender las reticencias por ambas partes a reconocer tales conversaciones.

    No hablo de negociaciones, sino de contactos destinados, por un lado, a recabar apoyos para la causa independentista y, por otro, a calcular la ayuda estratégica, económica y hasta militar que la Federación Rusa estaría dispuesta a brindarle a un hipotético Govern que se declarase en rebeldía y adoptase de manera unilateral una secesión de facto del Estado español.

    El interés de la Duma Estatal por aquellos procesos que supongan una amenaza para la estabilidad europea es lógico debido al aumento de la presencia de la UE en el Este continental y a su cada vez mayor influencia sobre las antiguas repúblicas socialistas soviéticas. Este juego de pseudoespionaje, incluso de injerencia en procesos electorales y soberanistas no es, sin embargo, exclusivo de Rusia.

    También China mostró en su momento su disposición a hacerse con el control del nordeste peninsular a través de un posible apoyo al procés. De hecho, su presencia en ciudades, empresas y puertos estratégicos de toda Europa, es cada vez más notoria.

    Incluso EE.UU. (el gran rival de Rusia junto con Reino Unido), reconoció ya en la época de Obama el espionaje realizado por departamentos asociados a su Agencia de Seguridad Nacional a través de escuchas y grabaciones telefónicas a altos cargos de la UE, Angela Merkel incluida. Una mandataria que ahora se despide de la Cancillería, no sin antes haber asegurado la subsistencia energética de su país con el gasoducto Nord Stream 2 desarrollado junto a Vladímir Putin.

    La Audiencia Nacional ya investigó en 2017 y en el contexto del referéndum ilegal del 1-O la presencia de agentes de la Unidad 29155 de inteligencia rusa en Cataluña. Y la Policía Nacional y el CNI alertan sobre contactos entre Barcelona y Moscú desde 2018 a través de empresarios y académicos tanto próximos a ERC como del entorno de Carles Puigdemont, siempre por medio de esa red exterior desplegada por la Generalitat.

    Son vínculos prudentes, pues la UE nunca apoyaría un procés que viniese de la mano de una Rusia o una China que tardarían apenas seis meses en hacerse con el control de cualquier territorio que les solicitase ayuda económica o militar para su causa ilegal.

    Los vínculos continuarán aquí y más allá. De ahí que mientras la OTAN ya reconoce su preocupación por Rusia y China, Beijing y sobre todo Moscú se apresuran a presionar a EE.UU. para que asuma la mayor parte del coste de reconstrucción del nuevo Afganistán talibán.

    25 oct 2021 / 01:00
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