Rusia fragmenta EE.UU.
SI ayer repasábamos aquí el desgaste que está sufriendo la Unión Europea debido a la invasión rusa de Ucrania y la respuesta que cada uno de los veintisiete considera más apropiada para afrontar la contienda e incluso poner fin a la misma, lo mismo podemos decir en el caso de Estados Unidos. La división social y política que vive la gran potencia norteamericana, en aumento incluso antes de la llegada al poder de Donald Trump y Joe Biden, se ve acrecentada ahora debido al papel asumido por EE.UU. en el conflicto europeo. A nivel poblacional, las últimas encuestas muestran un notable cansancio ciudadano, e incluso porcentajes preocupantes entre los votantes tanto demócratas como republicanos deseosos de poner fin al papel preponderante asumido por su país.
A nivel político, estas discrepancias y hastío tampoco pasan desapercibidos. En octubre trascendió un informe firmado por un sector de los congresistas demócratas que abogaba por darle un “impulso diplomático” a las negociaciones de paz, buscar un contexto de entendimiento “más realista”, utilizar la baza de una posible suavización de las sanciones para lograr la aquiescencia rusa, y hasta restablecer las negociaciones directas con Putin. Supuestamente, se trata de un documento enviado al presidente Joe Biden, pero elaborado hace meses, allá por julio, que ahora ha filtrado Pramila Jayapal, la lideresa del grupo progresista más a la izquierda del partido demócrata. Este sector, que incluye firmas tan destacadas como la de Alexandria Ocasio-Cortez, enseguida ha reculado, al ver el alboroto que ha generado dicho texto en plena campaña electoral y a apenas unos días de las elecciones legislativas del próximo martes, 8 de noviembre.
Vemos, pues, cómo, cuando la inflación aprieta como lo está haciendo en EE.UU., y cuando los salarios se vuelven todavía menos competitivos, el nivel de vida se resiente, y la inversión en contiendas bélicas repercute en el país, la perspectiva demócrata frente a Rusia se aproxima al ángulo de visión republicano, quienes proponen limitar las cuantías económicas de apoyo a Kiev, así como una mayor mesura a la hora de enviar armamento militar a Ucrania.
Pero lo que más me ha llamado la atención de este rifirrafe que ha alterado incluso la armonía dentro del partido Demócrata es el punto del documento arriba mencionado en el que se habla de un acuerdo y marco de seguridad en Europa “aceptable para todas las partes, particularmente para los ucranianos”. Es decir, los demócratas dan por descontado, al menos, tres cosas. Primera, la capacidad de la Casa Blanca para diseñar el contexto de seguridad incluso europeo. Segunda, el derecho de decisión de EE.UU. sobre todo aquello que afecte a las acciones de la OTAN. Y, tercera, la facilidad que tienen para conocer y asumir los deseos de Putin.