¡Salud!

LOS anarquistas de principios del siglo pasado fueron los que empezaron a decir “salud”, para subrayar la distancia con el saludo burgués de connotaciones religiosas (“Esté usted con Dios”, “Vaya con Dios...”). Los republicanos españoles de 1931 lo acompañaron con la expresión: “Salud y república”, para unir ese valor humanitario con la forma política de un Estado social y democrático.

Coloquialmente infinidad de veces nos decimos que “la salud es lo primero”, “la salud es lo que importa”, sin reparar en el auténtico valor de esta expresión. Solo cuando acecha algún mal valoramos el significado y trascendencia de ese deseo. La pandemia de la covid-19, ha situado a la salud casi como una fuente del derecho, y el principio a lo que todo debe someterse en la actual vida pública. Los romanos acuñaron el principio “salus publica suprema Lex” para apuntalar el sistema dictatorial del imperio por encima e las veleidades democráticas. La salud pública ahora marca la agenda política de este momento histórico de la humanidad.

¿Por qué la salud no fue antes lo más importante? ¿Por qué cuando hubo que recortar el gasto público a lo primero que se miró fue al sistema público de salud? Es desalentador que no se impusiera desde el principio de la pandemia el uso obligatorio de las mascarillas, sencillamente, porque no había suficientes para toda la población.

El PP en algunas autonomías, es el caso icónico Madrid en donde gobierna sin solución de continuidad desde 1995, emprendió la privatización de la sanidad sobre la creencia de que las reglas de la competencia del mercado le son aplicables. Se utilizaron desafectaciones y enajenaciones que de otro modo no serían posibles, huyendo la sanidad de controles, auditorias, transparencia y pro- tección de los usuarios. La gestión de la salud quedó en buena parte en manos privadas, y, por tanto, fuera del derecho público, al tiempo que el sistema nacional de salud era jibarizado todo lo posible: menos médicos y menos camas.

Ay, “salud” que te necesitamos tanto, pensamos hoy todos estos días, convirtiendo, ya de ‘facto” , la salud en un nuevo derecho fundamental, que pronto, en fin, va engrosar el catálogo constitucional.