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Sánchez y Montesquieu

    PEDRO Sánchez no siente excesivo respeto a Montesquieu, que defendió la independencia de los tres poderes del Estado, Ejecutivo, Legislativo y Judicial. El presidente español se toma la independencia del Judicial a título de inventario, llevamos tres años plagados de ejemplos que provocan escándalo; en cuanto al Legislativo, no siempre sigue al pie de la letra el reglamento del Congreso, y utiliza su Presidencia a conveniencia del Gobierno, del Ejecutivo.

    Superado el trámite de la aprobación de Presupuestos con las cesiones correspondientes, ahora hay que dar continuidad a una de las que han provocado mayor debate, la reforma del delito de sedición para acomodarlo a lo que ha exigido ERC. Por otro lado se profundizará la brecha con el poder Judicial porque la mayoría de los jueces no aceptan las presiones que a través de la Fiscalía pretende imponer el Gobierno con la ley de libertad sexual para que se aplique como interesa al Gobierno que la ha promulgado.

    Gobierno conmocionado por la reducción de penas e incluso la libertad de medio centenar de condenados por violación o abusos sexuales, cifra que se va a ir ampliando con un implacable goteo, pues los jueces están decididos a aplicar la ley en los términos que recoge el texto, no según la interpretación que ha pedido el Gobierno a la Fiscalía.

    Llega la hora de culminar el nombramiento de los vocales del Tribunal Constitucional que deben ser renovados, y a continuación proceder a la elección del nuevo presidente, que el Gobierno desea que sea el ex fiscal general Conde Pumpido. El PP no se opone, pero sí al método de elección.

    Escándalo sobre escándalo, pero Sánchez necesita mayoría de votos en el TC y tener en la presidencia a alguien de confianza porque el alto tribunal debe decidir sobre los recursos presentados a la ley de eutanasia, la de educación y el aborto; y además es probable que en las próximas semanas la oposición pretende también presentar recurso a la reforma del delito de sedición, que para Sánchez es clave.

    No solo por prestigio personal, sino porque no puede permitirse el lujo de un varapalo del TC en pleno proceso electoral. Por no mencionar que echar por tierra la reforma de la sedición perturbaría su actual luna de miel con ERC, empeñada en que Oriol Junqueras no encuentre trabas judiciales para presentarse candidato a las elecciones de la Generalitat cuando se convoquen.

    28 nov 2022 / 01:00
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