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Señales

    Creo sinceramente y así lo he defendido durante años que no hay nada más patológico, es decir que cause mayor número de enfermedades que vivir una vida que no queremos vivir, pero parece como si la mayoría de las personas estuviéramos atrapados en un tiovivo que no deja de girar y del que no sabemos cómo escapar. En ese tiovivo, una vez que nos hemos subido a él voluntaria o inconscientemente, vamos a pasar el resto de nuestra vida sin darnos cuenta muchas veces de que lo único que hacemos es dar vueltas y más vueltas pasando una y otra vez por los mismos sitios.

    Nos sentimos falsa e ilusoriamente libres porque de vez en cuando cambiamos de posición en el tiovivo y pasamos de estar en el caballito, a subirnos en el cochecito, o en una carroza, o sentarnos en una tacita, que nos generan falsas sensaciones de estar viviendo otra cosa, cuando la realidad es que seguimos en el mismo tiovivo dando vueltas sin parar en la misma dirección que ni siquiera hemos elegido. Y cuando pasa el tiempo suficiente nos cansamos. Ya no queremos seguir ahí dando vueltas y vueltas viendo y viviendo una y otra vez lo mismo, pero hemos estado tanto tiempo así, que ya no sabemos qué hacer. El tiovivo no se para nunca y no nos atrevemos a saltar en marcha de una inercia vital que ya nos atrapó.

    E incluso si nos atrevemos a saltar, nos da miedo pensar que vamos a hacer cuando salgamos de él. Y aquí aparecen la ansiedad, la depresión, la angustia, y llega el estrés, las adicciones para “huir”, para no pensar. Me pregunto muchas veces qué está mal en nosotros como personas, como Sociedad, como Sistema, para que los problemas de salud mental estén creciendo tan exponencialmente. Salía en las noticias esta semana que 6 de cada 10 jóvenes de entre 15 y 25 años reconocían haber tenido algún problema de salud mental en 2021. Entre 15 y 25, joder, que es una edad alucinante en que la mayoría, y que se me entienda bien, sin trabajar tienes casa, comida en la mesa, un móvil, salud física, fuerza, ilusiones, toda la vida por delante, donde las preocupaciones deberían ser estudiar y ligarte al chico o a la chica que te gusta y pasarlo bien con los amigos.

    Pero no, las cifras de personas con ansiedad, con depresión, la cantidad de psicofarmacos que se consumen no deja de crecer, así como la tasa de suicidios que llegan a término. Yo se, porque he hecho la prueba muchas veces, que si en una reunión de 20 personas preguntamos ahora mismo quién reconoce tener un problema de salud mental, lo más probable es que nadie admita que lo tiene, cuando la realidad estadística y científica es que no menos de 5 personas estén viviendo un proceso psicoemocional que ya es o va a desembocar en un problema de salud mental.

    El problema tiene varias vertientes: la primera lo que entendemos por Salud mental. Asociamos Salud mental con locura en la peor acepción socialmente reconocida del término. Otra que tiene que ver con el no reconocimiento público por el miedo a ser estigmatizados, rechazados, apartados, minusvalorados por una sociedad miedosa de sí misma e hipócrita, y la tercera vertiente tiene que ver con la dificultad de detectar las señales en nosotros mismos o en las personas de nuestro entorno de que “algo” está pasando.

    Volviendo al principio del artículo, la realidad es que independientemente de la edad que tengamos, si no estamos felices con la vida que vivimos, si nuestra vida no está alineada con nuestro propósito, debemos tratar de cambiarla en la medida de lo posible y lo antes posible, porque de no hacerlo estamos abocados irremisiblemente a tener un problema de salud mental, y para eso tenemos que estar muy atentos a las señales que nuestro cuerpo, nuestra mente a través de nuestros pensamientos, y nuestras emociones nos dan cada día. La tristeza sin razón, el cansancio permanente, la apatía, la falta de motivación, el insomnio, comer compulsivamente o dejar de hacerlo, no querer salir o no querer entrar, estar híper conectado o desaparecer... son señales de que algo no está bien en nuestras vidas, por más que no queramos reconocerlo, que nos asuste hacerlo.

    La vida no es un camino de rosas evidentemente, pero tampoco puede ser un camino de espinas. Al nacer nos colocan una mochila a la espalda que no nos podemos quitar y que se va a ir llenando de piedras. Hasta cierto peso vamos a ir pudiendo caminar con ella porque incluso ese peso nos fortalece los músculos de la espalda, de las piernas... nos fortalece el carácter, la voluntad, pero si no la vamos vaciando de vez en cuando, llega un día en que nuestra musculatura y nuestras articulaciones ya no pueden más. Esto mismo sucede con nuestra salud mental. Atentos a las señales! Y por favor, no tengamos miedo ni vergüenza de pedir ayuda. Todos somos iguales. Todos somos vulnerables aunque lo ocultemos o lo disimulemos.

    Todos nacimos con un pañal entre las piernas y moriremos con él si vivimos muchos años. Seamos personas con mayúsculas. Ayudemos a otros mientras nosotros seamos los fuertes, los sanos, porque no tengáis ninguna duda de que mañana seremos nosotros los que la necesitaremos, sino es que ya la necesitamos hoy! No tengamos miedo a explorar nuestra mente, a reconocer nuestra vulnerabilidad, nuestra zonas erróneas. Un día hace muchos años mi amigo del alma José María Poveda, neuropsiquiatra al que podréis ver en uno de los capítulos de la serie documental El camino interior, hablando de todos estos temas me dijo: Miguel Ángel, yo no sería capaz de poner en un papel que alguien está loco, porque si soy honesto conmigo mismo me doy cuenta de que yo también cumplo alguno de los parámetros por los que le declararía loco.

    Tal era su conocimiento, genialidad, empatía y capacidad terapeútica. Todos tenemos “nuestras cosas”, pero cuando “esas cosas” nos dificultan o nos impiden vivir, nos impiden desarrollar nuestras actividades cotidianas, relacionarnos con normalidad, crecer, soñar, reír, sonreír... o nos sumen en un estado de “oscuridad”, debemos saber y ser capaces de reconocer las señales y atrevernos a pedir ayuda. Ahora es el momento porque la vida no espera y a la vez “nos está esperando” y ¡todos merecemos vivirla cada día en el mayor grado de plenitud posible!

    05 jun 2022 / 01:00
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