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Si no sois capaces, dejazlo

    NO dispongo de más conocimientos jurídicos que los muy elementales, pero, como por otra parte sucede con la mayor parte de mis conciudadanos, no por ello voy a callar mi opinión sobre algunos sucesos de esa trascendencia que se vienen produciendo de un tiempo a esta parte.

    El que me ha llamado más la atención es el de que los jueces hayan aceptado, con tan aparente gusto, hacerse cargo de evaluar decisiones políticas sobre la gestión da la epidemia que nos azota. Y más todavía me asombra el hecho porque, llegado el caso, se hayan pronunciado no sólo sobre lo ajustado a derecho de tales decisiones, sino incluso su mera oportunidad o, como tuvieron más por común decir, proporción o correspondencia.

    Pienso que si la valoración jurídica sobre el ajustamiento legal de las decisiones políticas puede y hasta debe ser competencia de los jueces, esta otra, en cambio, sobre su oportunidad o proporcional medida, pues ya no, en absoluto. Mismo me parece esta una evaluación más política que jurídica que, en ningún caso, debería dilucidarse fuera de las instituciones propiamente legislativas, no jurídicas.

    Pero con sorprenderme tanto la predisposición política del poder judicial, aún me sorprende más que el legislativo muestre disposición a delegaciones que, en mi opinión, son, más bien, dejación de responsabilidades. No entiendo que cuando los representantes políticos, gubernamentales y autonómicos, que tanto da, culminan una reunión sin alcanzar acuerdos unánimes trasladen la competencia de dilucidar sobre sus diferencias a los jueces, y que sea mediante sentencias antes que debates como se recomponen.

    No. No lo entiendo. En el mejor de los casos, tal dejación se me representa una grave y disforme confusión de funciones y responsabilidades. Y que una vez que un juez se pronuncia a favor de la demanda de uno y contra la de otro, que los políticos se vuelvan a la ciudadanía para decir que hay una razón jurídica que les da o les quita su razón política, me parece una dejación de competencia que debería más bien tildarse de incompetencia.

    Y si es así, tampoco sé para que sirven las instancias intergubernamentales, o la dichosa cogobernanza, como ahora se dice, si al final tienen que acudir a otras ajenas para dar base a sus decisiones políticas. ¿En qué consiste, entonces, el Gobierno si no es para mostrar la capacidad de gobernar, por si mismo, claro, sin auxilio de nadie más?

    Y, ojo, eh, que no estoy diciendo que el poder político pueda ni deba ejercerse al margen de la ley. Supongo que quien me lea sin mala fe me entiende.

    10 jun 2021 / 01:00
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