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Si Rubalcaba levantara la cabeza

    SI Alfredo Pérez Rubalcaba levantara la cabeza se quedaría espantado por la situación en que se encuentra el PSOE, al que fue leal hasta el punto de acceder a ser candidato a la presidencia del Gobierno sabiendo que a él irían dirigidas las patadas que millones de españoles querrían dar a Zapatero, y no tenía por tanto ninguna posibilidad no ya de ganar sino de tener un resultado pasable.

    Alfredo ha sido el político con más sentido de Estado desde que se pasó página a la Transición, un político íntegro que se dedicó en cuerpo y alma a España y a su partido, y que difícilmente hoy se mantendría callado ante las operaciones que apadrina Sánchez para mantenerse en el poder utilizando a conveniencia las instituciones. La última, la Fiscalía, que acaba de salvar la cara a Ábalos con el Delcygate.

    El sanchismo ha utilizado todas sus baterías para desacreditar a Felipe González y al PSOE que lideró; Lastra le ha calificado de viejo y se ha arrancado también Carmen Calvo afirmando que ahora se gobierna de una forma distinta a como lo hacía Felipe, tratando así de justificar lo que para infinidad de socialistas es injustificable en Pedro Sánchez.

    El periodista Antonio Caño ha escrito un libro sobre Rubalcaba que han presentado unos invitados de excepción, Felipe, Elena Valenciano y Eduardo Madina. Pocas horas antes, el expresidente le decía a Carlos Alsina que él ya no representa a nadie ni lo pretende, pero que “no consiento que nadie me mande callar” –como hizo Lastra–, para añadir que si un socialista le manda callar, no es socialista. Como le dijo también que ni ERC ni Bildu son interlocutores válidos para un gobernante porque pretenden destruir España.

    El libro sobre Rubalcaba describe la trayectoria de un personaje que rompió moldes. Sus adversarios le consideraban “perverso”, pero acudían a él para alcanzar los grandes pactos que hacen grande un país, porque sabían que ahí no fallaba Alfredo. Algunas de las operaciones más importantes no se habrían producido si no fuera porque contaban con el respaldo de Rubalcaba y la garantía de su palabra.

    La presentación de su biografía, aparte de poner en valor una figura excepcional, fue también una reivindicación del PSOE del que se sienten orgullosos tantos españoles, muchos de ellos ni siquiera votantes, frente a un sanchismo que no respeta ninguno de los principios que lo convirtieron en partido de Estado. Elena Valenciano, la principal colaboradora de Rubalcaba cuando era secretario general del partido, lanzó un dardo envenenado a Sánchez al destacar el papel de Alfredo para acabar con ETA cuando era ministro de Interior, recordando que Rubalcaba decía que “ahora hay que ganarles políticamente. No pueden ser ellos los que escriban la historia”.

    La biografía de Rubalcaba ha sido la mejor excusa para denunciar, en contraposición a su figura, la falta de principios del actual presidente del Gobierno y en qué ha convertido al PSOE.

    27 nov 2020 / 00:00
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