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Socios del virus

    DE haber otro debate electoral hay alguien que no compareció en el primero y que debería estar en el segundo. Aunque no tiene forma humana la junta electoral estaría obligada a hacer una excepción habida cuenta de la importancia que está cobrando en estos últimos días de campaña. Hablamos del virus, el mismo que algunos partidos están convirtiendo en su aliado y que convertiría el tri o cuatripartito en una coalición más amplia y desde luego inclusiva. El covid-19 es el alien, el octavo pasajero en la nave en la que la izquierda se dirige hacia el poder.

    Hay precedentes, no víricos sino nauticos. Hace años el progresismo se embarcó, nunca mejor dicho, en un petrolero de nombre Prestige para batir a un Fraga que parecía imbatible. Desde entonces Prestige es sinónimo de varias cosas como solidaridad, resistencia, piratería, torpeza gubernamental y también manipulación.

    El Nunca Máis que invocó Zapatero a su paso por Galicia fue una sana indignación, frustrada por quienes no pararon hasta convertir el movimiento en un ariete partidario contra el fraguismo. Acabó siendo una bandera de conveniencia que se guardó en el baúl de los recuerdos en cuanto don Manuel cedió el mando el bipartito.

    El Nunca Máis sesgado cambió de adversario. En lugar de combatir toda la trama de culpabilidades que había tras el siniestro del petrolero, se atacó ferozmente a la Xunta, al presidente y al PP, hasta el punto de que se llegó a dudar de si eran ellos y no Apostolos Mangouras los capitanes del buque.

    Se intenta reeditar ahora el episodio cambiando Prestige por covid-19. El rebrote de A Mariña hace que la izquierda reaccione con un reflejo condicionado similar al de entonces, sin que valga de nada la opinión tranquilizadora de la junta electoral ni la comparación con otros episodios similares en el resto de España. No es el virus sino Feijóo el que contagia.

    Ante las adversas perspectivas demoscópicas se intenta deslegitimar el proceso electoral, sembrando el miedo o reclamando la suspensión de las elecciones, y sólo la falta de tiempo impide que se desempolven las banderas victoriosas de Nunca Máis para reeditar la experiencia.

    Así que el refuerzo para socialistas, nacionalistas y rupturistas no es otro que el virus. Los líderes nacionales no dan mucho de sí y el debate no cubrió las expectativas. Se otea el horizonte y no hay un petrolero renqueante en lontananza del que pueda esperarse un desastre oportuno. ¿Incendios? Tampoco ayudan para desgastar al contrincante. Existe un virus y a él se le ofrece formar una coalición que sería pionera porque no se puede descartar en el futuro la incorporación a la política de todo tipo de formas de vida.

    A las siglas innumerables de la alianza anti-Feijóo se añade la del covid-19. Se prolonga la tradición consistente en recurrir a las catástrofes para forzar cambios políticos que tardan en producirse por culpa de líderes demasiado resistentes. ¿Será determinante el virus? Si lo fuera y el domingo esa gran alianza lograra el poder, y días después se produjera el reparto de consellerías entre los socios, al menos que no se le asigne al virus la Consellería de Sanidade. Con la presidencia sería suficiente.

    08 jul 2020 / 00:21
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