Soluciones impuestas, malas soluciones
ENTRE río y montaña, en el distrito de Viana do Castelo, a tiro de piedra de Valença, Paredes de Coura, Ponte de Lima y Caminha, mirando a Tomiño, y las islas de Amores y Boega compartiendo cauce entre Portugal y Galicia, se encuentra Vila Nova de Cerveira, allí en donde una ministra del Gobierno luso hizo unas declaraciones no hace mucho, bastante sorprendentes, habida cuenta del lenguaje entre inocuo y diplomático que caracteriza las alusiones entre países, por parte de los gobiernos respectivos.
Ana Abrumosa, responsable del departamento ministerial de Cohesión Territorial, se refirió a la conexión atlántica Lisboa-Porto-Vigo, como la prioridad portuguesa para la red ibérica de alta velocidad, aprovechando para subrayar que el Gobierno portugués no acepta “uma solução imposta”. Y añadió: “De Madrid para Lisboa vamos de avião”.
Ya era hora que alguien pusiese negro sobre blanco la más que deficiente ligazón ferroviaria entre Galicia y Portugal, que constituía un anacronismo técnico, económico y político. Que se acabase tanta retórica euroatlántica y se tomasen decisiones estratégicas.
Probablemente merecería la pena ensayar una adaptación de la línea de mercancías Sines-Poceirão-Madrid, como asegura el líder portuense Eduardo Vítor Rodrígues, quien piensa que la solución de alta velocidad Madrid-Lisboa es una falsa cuestión.
La cumbre ibérica de Guarda, celebrada a principios del mes pasado, ha sido muy útil en términos del estatuto del trabajador transfronterizo, de la tarjeta sanitaria y de la cooperación en servicios públicos, como el caso de la red del 112, por citar algunos. Pero lo del AVE Madrid-Lisboa era más respaldado por Madrid que por Lisboa, al menos en estos momentos.
Lo que no es nuevo, nuestros vecinos siempre prefirieron avanzar en la conexión de mercancías, para dar servicio a los puertos de Lisboa y Sines con Badajoz y Madrid. Es lo que ellos han llamado la conexión “del pragmatismo”, y yo añadiría unas declaraciones del presidente Feijóo, a mi juicio acertadas y nada neutras: “Hay estados que creen que lo importante es unir radialmente el país, eso es un error en el que no podemos volver a reincidir”.
Hagamos fuerte la Eurorregión y fortaleceremos Europa y, con ella, nosotros también. Sin falsos optimismos y aburrido el personal en no pocas ocasiones de tanto logro transfronterizo, sí es verdad que el capital institucional y el relacional va consiguiendo una cierta densidad. La buena noticia desvelada –y reafirmada– por la ministra Abrumosa, es para aplaudir.