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‘Spot’, patrulla canina

    EL PERRO ‘Spot’ se pasea de un modo bastante inquietante por un parque de Singapur, veo en las noticias. Pronto habrá más, aseguran: una camada robótica. Una patrulla canina. Sé que estamos en pleno desarrollo tecnológico, mayormente vigilante, y no creo que podamos hacer nada por pararlo. Tendrá sus cosas buenas, pero entre ellas no está la estética. ¿Qué modelos caninos informan a estos creadores de robots? ¿Creen que la apariencia no importa? En un magacín de algo, pero sería básicamente del coronavirus, una señora dice que el bicho es feo como él solo, aunque sea efectivo. “Está a medio camino entre un perro y una langosta”, escucho. Langosta insecto, parece ser, ya que también estamos en tiempo de plagas en algunas partes del mundo (las desgracias nunca vienen solas). Esa misma tarde me puse a ver una de Star Wars, ahora que Disney empaqueta todos los clásicos en su nueva plataforma, y pensé que ‘Spot’ ahí no desentonaría.

    La invasión de los robots en la vida diaria es algo inminente: en realidad hace tiempo que están aquí. Cualquier industria importante incorpora robots, no digamos la medicina o los viajes a Marte. Yo veo gran futuro en la robótica, pero ‘Spot’ me inquieta, y eso sin un mal ladrido. Amo a los perros, pero al natural. ‘Spot’ parece dispuesto a perseguirme con malos modos, con esos andares que no son precisamente irresistibles, sino casi diabólicos. ¿Es ‘Spot’ una mala copia de una mantis religiosa descabezada? Luego, dicen, se dirige a ti con voz suave y melosa, como pudiera dirigirse un GPS, y te indica amablemente que te estás acercando demasiado a otro ser humano que habita el parque, siempre según sus parámetros, seguramente indiscutibles. Ignoro qué actitud tomará si persistes en no mantener la distancia social. No creo que sea posible lanzarle una pelota, en plan despistar. Porque no es un perro, esa es la cuestión. Si ladrase como un perro, se dejara acariciar como un perro y fuera en busca de la pelota que le lanzas, como un perro, entonces tal vez lo sería. Él, como robot, puede acercarse a cualquiera. No ladra ni muerde, pero a saber lo que podrá llegar a hacer de una manera mucho más silenciosa.

    Por supuesto, ‘Spot’, el perro-langosta, con una estética que no invita a llevárselo a casa (en caso de poder hacerlo), sino más bien a salir disparado en dirección contraria, podrá ejecutar cosas muy buenas, salvarnos de peligros y creo que incluso repartir medicinas. Desde luego, sólo puede contagiarnos cierta inquietud, pero no el virus. No tengo mucho interés en relacionarme con robots (más de lo que ya lo hacemos a diario), pero si las relaciones humanas se siguen complicando a este ritmo... quién sabe. En el magacín en cuestión alguien dijo que por qué no lo forraban con un peluche. Me pareció escuchar que no lo hacían porque sería contraproducente. De hecho, creo que los peluches y las muñecas robotizadas están en el origen de todo esto. Muchos creen que, si es feo, y con aspecto de insecto gigante que te va a fulminar, quizás le prestemos más atención. Eso, en Singapur. Nuestra cultura mediterránea creo que va a preferir los perros de verdad, aunque no hablen. ¿Les gustaría una mascota como ‘Spot’? Lo dudo. Puesto a tener un perro con modales y vicios humanos me inclino por Brian Griffin.

    12 may 2020 / 00:19
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