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Tiempo de Miedos

Nos han dicho varias veces que hemos “vencido” al virus (aquí en España, desde luego, ya van unas pocas), pero lo cierto es que se resiste a irse o a morir. Hace eso que llaman mutar y vuelve a acorralar la vida libre del personal. Fíjense en Inglaterra, en Australia, Nueva Zelanda..., lo que está pasando y lo que podría pasar por aquí como no se tome la cosa en serio.

Quizá algo ha sobrado de arrogancia y no hemos querido entender lo que somos: un momento en la historia, una visita breve a este planeta resabiado al que si le tocamos mucho las narices nos echa a todos y hace venir a otros un poco menos chulos. Lo único cierto es que no acabamos de aplacar a la peste. Y para cuando lo consigamos nos estarán esperando los otros efectos secundarios (ya comenzados) y que no son las afecciones físicas post Covid. Se trata más bien de efectos que tomará algo de tiempo que se desplieguen y tomará más tiempo todavía que los domeñemos. Vamos por partes.

Se está reduciendo el crecimiento económico y se acrecienta la desigualdad. Y esto está lleva a malestar social. A los que miramos la historia tal cual, sin pretender juzgar ni mirar con ojos de hoy lo que sucedió tiempo atrás, nos damos cuenta de que siempre que hay un gran cataclismo la humanidad reacciona de la misma manera: los fuertes tienden a ser más fuertes y los débiles se quejan con las fuerzas que les quedan y a veces consiguen mejoras.

En este primer mundo en el que vivimos los españoles los efectos en la economía se van dejando sentir, pero es cierto que hay una red a varios niveles para ir parando el golpe a los que van en caída. Desde el Estado hasta las ONGs Ahora bien, no son pocos lugares en donde esto no existe y la vuelta de tuerca que ha supuesto el Covid hace que la vida sea, si cabe, más difícil y se lanzan a la calle haciendo algo parecido a una revolución. Se trata de la vida, de la prosperidad, del futuro de los hijos... Las grandes instituciones pronostican tiempos de rebelión en numerosas partes del mundo, porque mal estaban y no van a aceptar ir a peor. Por cierto, está ocurriendo en países muy cercanos a nosotros en muchos aspectos.

Otro de los efectos es un mal llamado proteccionismo que ya venía apuntando maneras, porque al final el Brexit es proteccionismo o los aranceles que se cargan mutuamente Europa y Estados Unidos también lo son. Y para defender “nuestra forma de vivir” hay cifras concretas que hablan de un incremento continuado cada año en el gasto militar (para defenderse de quien, se pregunta uno) incluyendo estos años de peste.

También hay países que habían abolido servicio militar como Suecia vuelven a él. Y del mismo modo ocurre en Marruecos (para hombres y mujeres), Francia en una versión más “light” y Francia e Italia se lo están pensando para crear alguna suerte de fórmula que sirva, además, para que los jóvenes se hagan algo más patriotas y no estén tan despegados de la idea de nación que les envuelve.

Hace poco tiempo países del Norte de Europa firmaron un acuerdo insólito de defensa para defenderse del hipotético ataque del vecino.

Todo esto se llama Miedo. Y con el miedo viene la desconfianza. Y esta trae la hostilidad. Y así podemos seguir hasta lo peor.

Miedo que la pandemia ha disparado, miedo a perder “lo que tenemos”, miedo a que nos lo quiten ya que estábamos convencidos de que con nuestros conocimientos y la tan manida tecnología estábamos dominando el mundo; el presente y hasta el futuro. Ha quedado claro que no es así.

Se echan de menos palabras amables, de esas de despedida de amigos, de esas que se agarran por dentro y te dejan sonriendo un rato, falta fiesta de pueblo, falta procesión marinera y de tierra, falta romería, falta un poco de “amontonamiento”, hay que decirlo. En fin, faltan aquellas cosas que nos hacían dar una patada al miedo al menos por un rato.

15 ago 2021 / 01:00
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